Seminario de Filosofía

El sentido último de la educación consiste en el desarrollo de tus facultades como persona. El ejercicio filosófico —personal— resulta necesario para dicho desarrollo. Buscar educarse, poniendo límites al error propio, es en sí misma una aportación importante a la sociedad.

Friday, February 25, 2011

Preparando la séptima sesión: Ontología general y filosofía de la religión

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Contenido

Preparando la séptima sesión: Ontología general y filosofía de la religión

Introducción

Texto disparador I: Verdad y teoría

Texto disparador II: ¿Para qué teología filosófica?

Bibliografía propuesta

Preparando la séptima sesión: Ontología general y filosofía de la religión

Introducción

¿Qué existe más allá de mi pensamiento? ¿Qué es la existencia? ¿Cuál es la naturaleza de la realidad? Son las preguntas de la Ontología general. Como de costumbre en Filosofía, hay una diversidad de respuestas propuestas. La religión, la ciencia, el arte, no han tardado en ofrecer respuestas. En preparación para nuestra séptima sesión, con tema Ontología general y filosofía de la religión, propongo los siguientes textos disparadores para invitar al análisis. Recordemos que cuestionar las creencias personales tiene el potencial de transformarnos en una medida que no habíamos imaginado.

Dada la complejidad del tema de esta sesión, es necesario tener un claro entendimiento de los temas tocados en la sesión acerca de Pensamiento crítico y filosofía de la Ciencia, así como la sesión acerca de Creencia y teoría del conocimiento.

Texto disparador I: Verdad y teoría

De manera somera diré que una teoría es una perspectiva que da amplia cuenta de un problema y una solución a tal problema. Hay muchos tipos de teorías, en la opinión popular la palabra teoría remite una idea absurda carente de contacto con el terreno de la realidad o de la verdad. Pero aquí aludo a la idea de teoría científica y a la idea de teoría teológica, las cuales suelen ser el resultado de una ardua investigación, muchísimo trabajo dedicado, y un continuo compromiso con la curiosidad y el cuestionamiento —lo cual las hace lo opuesto a la idea mencionada de la opinión popular, quizá una mejor palabra para esa idea popular es: figuración.

¿Cuál es la relación de una teoría con la realidad y con la verdad? Para responder a tal pregunta es necesario evaluar la teoría en cuestión. La evaluación de una teoría incluye no sólo el análisis de su poder descriptivo y explicativo sino también de la solidez de su soporte racional así como el examen del método crítico por el cual llega a sus resultados. Las conclusiones de tal evaluación necesariamente requieren estar acompañadas de un marco de referencia conceptual dentro del cual cobren sentido tales conclusiones. ¿Cuál idea de verdad se tomó en cuenta? ¿Contra qué sentido de realidad se contrastó la teoría bajo escrutinio? Y esto sin ninguna conexión al subjetivismo y relativismo gnoseológicos, sino para aumentar la claridad de los resultados de la evaluación al dejar asentada la intencionalidad en el uso de palabras como verdad y realidad.

Para ilustrar esto imaginemos que el siguiente enunciado proviene de una teoría mitológica:

“Prometeo es un campeón para la Humanidad pues robó el fuego de los dioses del Olimpo para dárselos a los hombres”

¿El enunciado es verdadero? Una evaluación de tal teoría, en el contexto de la mitología griega, concluiría que tal enunciado es verdadero —claro, si la teoría se evalúa en el contexto de la cosmogonía mixteca entonces carecería de coherencia alguna—. Por otro lado, si en lugar de Prometeo el enunciado dijera Telémaco, entonces el enunciado sería falso. ¿Qué cuenta para su verdad o su falsedad? El examen deberá dejar en claro si sustenta su conclusión en la teoría de la correspondencia, o en la teoría de la coherencia, o en la teoría pragmática de la verdad, o en cualquier otra de las teorías de la verdad a la fecha*. Por supuesto, los resultados del examen asumirían, implícita o explícitamente, los aspectos problemáticos asociados a la teoría elegida de la verdad.

* Al evaluar una teoría necesariamente recurrimos a otras teorías. Al parecer es inevitable que el conocimiento humano deba sostenerse de una —potencialmente frágil— «telaraña de creencias» (web of belief), como lo ha propuesto W.V. Quine.

¿El enunciado es real? No es diferente el caso aquí. Un examen amplio podría responder a tal pregunta desde las diferentes teorías de la realidad a la fecha, aun si tan sólo se desea considerar una acepción simple de la palabra existencia. Por supuesto, aquí ya confluyen los conceptos del mundo natural y del mundo sobrenatural. Si se abre la puerta a que las palabras Prometeo, Telémaco, u Olimpo refieren personas o lugares reales, entonces por la misma puerta podrían pasar desde Huitzilopochtli, Osiris, Adán y Eva, el Limbo, etc., hasta Ramtha, “El Coco”, y el tercer cielo, como personas y lugares reales. Por otro lado, y con base en el historial y la pauta de la Ciencia para obtener teorías del mundo natural que se han aproximado justificadamente a la realidad, podemos consentir en dar a la Ciencia el lugar predominante para pronunciarse en el ámbito de lo real.

Es un hecho que nuestras creencias provienen de, y se sustentan en, algún tipo de teoría —estemos conscientes o no de tal hecho—. Para el caso de nuestras creencias sobre el mundo natural parece ser una buena idea sustentarlas en teorías científicas. A la fecha, mientras que la Ciencia natural no explique y sea capaz de controlar y reproducir el fenómeno humano, aún hay espacio‡ para pensar que ideas como el amor, el arte, la sociedad, la soberbia, la compasión, la guerra, la filantropía, la destreza, el odio, la humildad, el egoísmo, etc., no son objetos de una teoría física, sino que pertenecen al campo de las ciencias sociales y de las teorías derivadas de la investigación cultural.

‡ Pero, a decir de la pauta de los avances en Genética, en Neurociencia, y del historial de la Ciencia para refutar las creencias del pasado debidas a las brechas del conocimiento científico —que eventualmente fueron cubiertas por la investigación científica—, tal espacio puede no permanecer abierto indefinidamente. Por lo que la posibilidad del predominio de teorías físicas para explicar tales ideas no es descabellada, como lo sugiere la investigación acerca de la oxitocina y el amor. Tal predominio es más probable a decir del escasísimo avance en teorías culturales, e.g., teorías teológicas, que describan más adecuadamente el fenómeno humano.

El pensamiento mítico-mágico-místico-religioso es parte del fenómeno humano, sería miope descartarlo como algo insignificante siendo que hoy en día tiene un lugar predominante en el grueso de la cultura occidental —sin importar que cada vez más personas se consideren muy modernas al convertirse en consumidores de teléfonos celulares con interfaces multi-touch—. Como parte de las ciencias de la cultura, podemos encontrar teorías teológicas: como la teología dogmática, la teología sistemática, la teología de la liberación, teología liberal, teología neoconservadora, etc., que sostienen una diversidad de doctrinas religiosas prevalecientes en nuestras sociedades hoy en día. Los patrones de pensamiento mítico-mágico-místico-religioso se pueden observar aun en círculos seculares y supuestamente ajenos a la religión, por ejemplo en las corporaciones con un acentuado esquema de estricto comando y control jerárquico. Ya que el pensamiento mítico-mágico-místico-religioso ocupa un lugar predominante en el imaginario social y en el proceder de la mayoría de la población, la evaluación de tales teorías teológicas se hace imperativa al observar el estado actual de nuestras sociedades.

No es difícil observar los efectos en la conducta de quienes conservan creencias pero sin consciencia del tipo de teoría de la cual provienen. Pronuncian enunciados de teorías teológicas como si fuesen enunciados justificables en el ámbito de teorías científicas; por ejemplo, hablan de, y sostienen, la vida después de la muerte como si la teoría teológica afirmara una continuidad física, mientras que la verdad y realidad de tales enunciados deben mantenerse circunscritas al ámbito de la teoría teológica correspondiente.

Por lo tanto, propongo promover la investigación teológico-filosófica a nivel personal para que sean los individuos quienes vayan al fondo de sus creencias más íntimas —incluso quienes toman a la Ciencia como otra forma de religión. A la par, propongo fomentar el debate para someter a un examen crítico cotidiano las reflexiones personales. La divulgación de los métodos de la teología filosófica ayudará a lograr nuevas y más adecuadas teorías teológicas que nos impulsen para continuar en la dirección que marca la flecha del tiempo. Mi propuesta principal consiste en promover la investigación teológico-filosófica, lo importante para mí es aprender de la reflexión profunda de los demás y difundir sus reflexiones. No tengo interés en promover una teoría teológica en particular. Mi propio proyecto teológico-filosófico tan sólo sería una aportación, pero no pretendo promoverlo más allá de lo que su propio valor intrínseco lo amerite. Mi proyecto teológico-filosófico no se basa en dogmas, sino que busca evitar lo peor del cristianismo al centrarse en el continuo desarrollo de la consciencia y en el desarrollo espiritual de los individuos y no en el desarrollo de la religión organizada.

Pero ¿en qué sentido una persona se desarrolla “espiritualmente”?, y ¿cómo eso se relaciona con el ejercicio teológico-filosófico? Por favor continúe, amable lector, en la siguiente sección: ¿Para qué teología filosófica?

Texto disparador II: ¿Para qué teología filosófica?

¿En qué sentido un ser humano se desarrolla “espiritualmente”? ¿Qué es el ser humano? ¿Cómo se desarrolla el espíritu o esencia de la especie humana? Aquí ya tenemos un rasgo de las posibles respuestas ante tan inagotables interrogantes: un ser que hace preguntas se desarrolla al cultivar el acto de preguntar. La curiosidad, la exploración, ya están presentes en las primeras etapas del infante pues lo facultan hacia una vida humana. Es un asunto de énfasis. El potrillo nace caminando pues es algo esencial para una vida equina.

El cultivo del espíritu humano incluye, entonces, ampliar progresivamente la capacidad de identificar y formular buenas preguntas. Una persona puede así alcanzar un siguiente nivel de indagación: el cuestionar. Aquí tenemos ya una propiedad del humano adulto con la cual continua su desarrollo en los diversos campos del actuar humano: el lenguaje, el mito, la religión, el arte, la filosofía, la ciencia, la historia, etc., son provincias por las cuales prosigue su exploración y su búsqueda de todo tipo de respuestas.

¿Cómo se relaciona esto con el ejercicio teológico-filosófico? La Teología es una provincia más en el vasto horizonte del pensar humano. La Teología comparte con la Ciencia natural el ser muy malinterpretada por la opinión popular. Para el caso de la Ciencia natural basta preguntar al vecino promedio: ¿Existe el método científico?, para hacer manifiesta tal malinterpretación. Para el caso de la Teología basta escuchar los trasnochados argumentos de las teologías basadas en dogmas para observar su incongruencia con la realidad expuesta por el esfuerzo científico contemporáneo. Además de observar que los principales argumentos en contra del teísmo, como lo entienden esas teologías caducas, no provienen del ateísmo sino de la propia historia de las tradiciones abrahámicas.

Sin embargo, la notable influencia del fenómeno mítico-mágico-místico-religioso sobre el imaginario social, incluyendo la influencia sobre los dirigentes de instituciones políticas, económicas, delincuenciales, religiosas, e incluso científicas —basta observar el culto que le rinden a la teoría de cuerdas en algunas facciones de la física teórica actual—, nos debe alarmar para tomar en serio este fenómeno religioso. En particular el grave tropiezo de marcar muros entre personas, declarar líneas entre “nosotros” y “ellos” como si fuesen muros reales, representa una de las mayores miopías en la Humanidad hoy en día.

No necesitamos más superstición ni pensamiento mágico, sino menos. Ya que la religión llegó para quedarse y el pensamiento mítico-mágico-místico-religioso contribuye una gran parte a la causa del comportamiento inconsciente y desinformado en la sociedad, entonces me parece que se requiere tomar más en serio a la religión, no menos. Por supuesto no me refiero a tener más rituales y más liturgia, sino a divulgar y promover la investigación teológico-filosófica para así obtener teorías teológicas más acordes a una Humanidad plural y diversa como la que en realidad se confirma ante nosotros. Nuevas teorías teológicas podrían tener el potencial de aportar a los cambios sociales que necesitamos, tanto potencial –o más– como nuevas teorías políticas.

Como sabemos, la situación no es alentadora en el mundo, las cosas no están dadas como para esperar que los cambios vengan de algún prelado jerárquico. Los cambios importantes inician desde cada individuo y no desde el exterior del individuo. A través del ejercicio teológico-filosófico el individuo profundiza en sus creencias más íntimas y desde ahí puede remover el miedo que los sistemas doctrinales jerárquicos han impuesto para dominar sus decisiones. Tan perverso ha resultado tal adoctrinamiento que el individuo religioso promedio mantiene ese temor jerárquico no sólo durante toda su vida, sino que además lo alcanza, supuestamente, después de su muerte. No es para sorprenderse, entonces, que el poder de la estupidez se pueda explicar cuando un individuo prefiera mantener dogmas a cualquier costo —sin importar que perjudiquen a muchas personas— con tal de conseguir su supuesto gran premio después de su muerte. ¿No es el caso de aquellos clérigos y ministros de culto que afirman que hoy en día no es necesario ser un erudito de la Biblia para llamarse propiamente un cristiano?

La perspectiva de una Ciencia elitista, inalcanzable para el ciudadano promedio, ya no se sostiene; hoy más que nunca la posibilidad del pensamiento científico depende más de la curiosidad del propio individuo que de los medios a su alcance. Así mismo, la Teología debe acercarse a aquellos individuos con ese particular sentido de devoción y veneración para que, desde su ámbito personal, prosigan en la búsqueda de respuestas últimas congruentes con las respuestas próximas que ofrece la realidad científica de la Ciencia natural. Pero sin el temor ni el temblor que proponen las agotadas teologías basadas en dogmas; es decir, sin el opio religioso.

Para prosperar hacia un sentido más profundo de ser humano requerimos mejores teorías, tanto científicas, económicas, político-sociales, etc.,...y también teológicas. Pues una teoría teológica tendría también el mismo propósito general que tiene la Ciencia natural: conocernos a nosotros mismos; o como lo pregunta Erwin Schrödinger: ¿Qué somos?

Bibliografía propuesta

  1. Filosofía de la ciencia y teología fundamental. Helmut Peukert. Editorial Herder. ISBN 84-254-2068-7.

  2. Filosofía de la religión – Estudios y textos. Manuel Fraijó, editor. Editorial Trotta. ISBN 84-8164-489-7.

  3. Lecciones sobre la filosofía de la religión. Immanuel Kant. Ediciones Akal. ISBN 84-460-1471-8.

  4. Lecciones preliminares de filosofía. Manuel García Morente.

  5. A History of God: The 4,000-Year Quest of Judaism, Christianity and Islam. Karen Armstrong. ISBN 03-453-8456-3.

  6. Philosophy of Religion: An Introduction. William L. Rowe. ISBN 04-950-0725-0.

  7. General Introduction to the Bible. Norman Geisler. William Nix. ISBN 978-0802429162.

  8. Jesús - una biografía. Armand Puig. ISBN 978-950-9009-78-3.

  9. Historia del cristianismo. Paul Johnson. ISBN 978-8466618915.

  10. Historia del cristianismo. Alain Corbin. ISBN 978-84-344-5347-0.

  11. The Canon of the New Testament: Its Origin, Development, and Significance. Bruce M. Metzger. ISBN 978-0198269540.

  12. The Text of the New Testament: Its Transmission, Corruption, and Restoration. Bruce M. Metzger. Bart D. Ehrman. 4th Edition. ISBN 978-0195161229.

  13. The Living Text of the Gospels. D. C. Parker. ISBN 978-0521599511.

  14. The New Testament: A Historical Introduction to the Early Christian Writings. Bart D. Ehrman. ISBN 8-0195322590.

  15. An Introduction to the New Testament Manuscripts and their Texts. D. C. Parker. ISBN 978-0521719896

  16. God and the New Physics. Paul Davies. ISBN 06-715-2806-8.

  17. The Mind of God: The Scientific Basis for a Rational World. Paul Davies. ISBN 0671797182.

  18. Dios, una breve historia. John Bowker. Editorial Grupo Oceano. ISBN 97-0651-719-7.

  19. Las ciencias de la cultura. Ernst Cassirer. Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-7674-2.

  20. Ética y diversidad cultural. León Olivé. Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-7296-8.

1 Comments:

Blogger Rodolfo Plata said...

El cristianismo primitivo se inició como un movimiento laico. La Epístola apócrifa de los Hechos de Felipe, expone al cristianismo como continuación de la educación en los valores de la paideía griega, que persigue alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta, promovida por los sabios alejandrinos avocados a comprobar la veracidad de la teoría Aristotélica formulada al abordar el problema del alma truncada sosteniendo que el hombre puede trascender a sus propias imperfecciones si practica metódicamente las virtudes opuestas a sus defectos hasta alcanzar la supra humanidad. Cuando se enteraron de la trascendencia humana patente en Cristo cuando unos griegos lo entrevistaron (Jn XII, 20 al 24). Posteriormente enviaron al medico Lucas a dar testimonio escrito de los portentos, vida, ejemplo y enseñanza de Cristo, a fin de fe-datar en la persona de Cristo, que es cierta la teoría de la trascendencia humana y las potencialidades espirituales inherentes a ese estadío. A partir de entonces, los pueblos helénicos tomando a Cristo como ejemplo de lo que es la trascendencia humana, lo siguieron no como Dios, sino como hombre, a fin de alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta; por ello lucharon por helenizar el cristianismo estructurando la fe conforme a la razón. Lo cual propició el choque entre culturas ante la oposición radical e intransigente de los príncipes de la sinagoga al uso de la razón en cuestiones sagradas tendente a evitar que se helenizara el cristianismo para mantenerlo sujeto a la Sinagoga (1ª Corintios I, 17 al 27),. Desde entonces el talón de Aquiles de la doctrina de la Iglesia ha sido el profetismo judío y el fideísmo bíblico. Contradiciendo la enseñanza sobre el uso de la razón en cuestiones de fe que Cristo había revelado metafóricamente al ciego de nacimiento (Jn IX, 39), para hacer un juicio justo de nuestras creencias a fin de encontrar la verdad que nos liberara de las falsas certezas de la fe que nos mantienen ciegos__ Provocando en los pueblos cristianos la estulticia generalizada y la entronización del oscurantismo, al olvidar las raíces helenistas de nuestra cultura; lo cual ha convertido las Iglesias en sinagogas, los sacerdotes en rabinos, los cristianos en siervos del gobierno mundial judío, y el judeo cristianismo en religión chatarra. Así el movimiento cristiano dejó de ser laico y dejó de perseguir los fines últimos de la educación en la paideía; y por ello, no hemos alcanzado la sociedad perfecta ni la trascendencia humana. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD

February 28, 2011 at 5:56 AM  

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