Seminario de Filosofía

El sentido último de la educación consiste en el desarrollo de tus facultades como persona. El ejercicio filosófico —personal— resulta necesario para dicho desarrollo. Buscar educarse, poniendo límites al error propio, es en sí misma una aportación importante a la sociedad.

Saturday, October 3, 2009

Introducción a la lógica y argumentación

Introducción a la lógica y argumentación - Parte I

Introducción a la lógica y argumentación - Parte II

Introducción a la lógica y argumentación - Parte III

Friday, October 2, 2009

Preparando la tercera sesión: Introducción a la lógica y argumentación

Nota:
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Contenido

El sentido crítico

¿Cómo funciona?

¿Cuándo se utiliza?

Texto disparador: la imposibilidad del sentido crítico

¿Por qué el humano abusa de quien se deja?

¿Es el pensamiento crítico una posibilidad de algunos nada más?

Dogmatismo

¿Piensa “el grupo” o sólo piensan los individuos?

Síntomas de pensamiento grupal

Remedios para el pensamiento grupal

Conclusión

Referencias bibliográficas

El sentido crítico

La disposición mental más distinguible en una persona que adopta el ejercicio filosófico —el pensar filosóficamente— es el uso y desarrollo de su sentido crítico. Por tanto, atreverse a ir poniendo en claro, por uno mismo, la pregunta: ¿qué es el sentido crítico?, representa una de las más importantes aventuras hacia la adultez interior.

Los cinco sentidos, como la vista o el olfato, sirven para darnos cuenta del mundo sensible a nuestro alrededor. Toda experiencia directa pasa por estos sentidos, tal que, el límite para percibir este mundo sensible será la agudeza de nuestros cinco sentidos. Sin embargo, al parecer hay más —mucho más— por percibir que sólo sensaciones físicas y para eso se requieren otros sentidos. Desde el sentido del humor hasta la simple intuición —facultad de comprender instantáneamente, sin necesidad de razonamiento— ofrecen medios para darnos cuenta del contenido de la existencia. Ese darnos cuenta es como recoger alimento para nuestro estado de conciencia, el cual progresa o se estanca dependiendo de la cantidad de verdad en aquello que nos damos cuenta. El sentido crítico o pensamiento crítico nos ayuda a cerner ese alimento recogido, buscando y separando lo que tenga más sabor a verdad de aquello que resulte ser tan sólo bagazo. Los cinco sentidos permiten darnos cuenta de mucho, pero el alcance del sentido crítico ayuda a darnos cuenta de mucho, mucho más, y más allá de las apariencias.

¿Cómo funciona?

Un argumento es un razonamiento por el cual se justifica una determinada afirmación (opinión, posición, creencia, etc.), es decir, nos ofrece las bases sobre las cuales decimos que dicha afirmación sea cierta. Un argumento mantiene una relación particular entre ideas, una relación gobernada por las reglas de la lógica, y de dicha relación depende la validez y la fuerza del argumento, su veracidad. La parte del sentido crítico que trata del razonamiento lógico busca y analiza los argumentos a favor de, y los argumentos en contra de, una determinada afirmación. Identificando las ideas que integran cada argumento —en especial si dichas ideas tienen forma de supuestos— poniendo a prueba su veracidad al comprobar las relaciones lógicas entre dichas ideas. Los supuestos son ideas cuya verdad damos por sentado, sin reflexión ni análisis; estos supuestos representan la totalidad de las ideas en una persona sin sentido crítico.

Una fábula de Esopo, el sapo y la vaca, nos ofrece una cándida ilustración: Una vaca pastaba por el campo cuando se encontró por azar a un sapo, el cual, admirado por el tamaño de aquella, y queriendo ser tan grande como ella, empezó a tomar aire para inflarse e intentar alcanzar el volumen de la vaca. Finalmente, a fuerza de lograr su intento, acabó por reventar y morir. El sapo mantuvo, a toda costa, la creencia en que su tamaño debía ser lo más importante pues podría causar la admiración de los otros animales, así como él mismo admiró la corpulencia de la vaca. El sapo pensó en los argumentos a favor de tal creencia, únicamente; pero, no pensó en los argumentos en contra de la misma. No consideró ambos lados de la moneda, no analizó las diferentes versiones de la historia. Tan sólo le interesó el lado que le agradaba pero no reparó en los otros aspectos que conllevaba su empeño.

El sentido crítico tiene otras partes además del razonamiento lógico, que también son indispensables para practicarlo apropiadamente. Además, tiene asociada una ética, un carácter derivado de determinados valores fundamentales orientados a la búsqueda de la verdad.

¿Cuándo se utiliza?

Principalmente, el sentido crítico procura los mejores beneficios para quien lo aplica para sí mismo, cuando toma la forma de pensamiento reflexivo, poniendo bajo examen crítico las opiniones, creencias, conducta y resultados propios. Sin autocrítica, la posibilidad de mejorar como persona se mantiene al ras del suelo, incapaz de encontrar los errores propios, incapaz de evitar la propagación de los mismos. El valor de la autocrítica se ha reconocido desde hace mucho tiempo, tal vez desde que se esculpió aquella inscripción: Conócete a ti mismo, en la entrada del lugar a donde la gente acudía en búsqueda de sabiduría, en Delfos, ciudad de la antigua Grecia.

Una actitud autocrítica frecuente nos ayuda a identificar predisposiciones, tendencias y prejuicios en nuestra forma de pensar que nublan una vista mental clara de la realidad. Identificar la propensión al error propia es crucial para nuestro desarrollo interno, pues si la mantenemos en la inconsciencia corremos el enorme riesgo de ser nosotros mismos la causa de un gran número de efectos negativos hacia nosotros y hacia quienes nos rodean. En ese caso nos preguntaríamos: ¿Por qué a mí?, sin caer en cuenta que nosotros mismos insertamos —sin saberlo— una distorsión sistémica en nuestra manera de pensar y de vivir. Necesitamos toda la ayuda posible para reconocer las deficiencias en nuestra vista mental pues ésta siempre podrá ser mejorada, y nunca lograremos un grado absoluto de nitidez. Por eso, una frecuente actitud autocrítica resulta indispensable para la vida cotidiana. En palabras de Montaigne: “no filosofamos para matar el tiempo, ni para hacer carrera, ni para hacer una obra, ni para hacerlo ver: filosofamos para vivir o para aprender a vivir, y sólo esto es filosofar de verdad. «La filosofía es la que nos enseña a vivir»”.

Una vez que se cuenta con la actitud autocrítica, entonces el sentido crítico naturalmente abarcará otros ámbitos, ya no sólo el ámbito ético, personal, sino también el ámbito de convivir en sociedad —es decir, el terreno político—. Para un ejemplo de alguien ejerciendo su sentido crítico en este ámbito, por favor remitirse a la siguiente nota: Una mexicana notable.

Texto disparador: la imposibilidad del sentido crítico

A continuación presento algunas ideas y preguntas, tratando de provocar reflexión y debate.

¿Por qué el humano abusa de quien se deja?

¿Está la posibilidad del sentido crítico cimentada en un estado de salud mental específico? ¿Sólo las personas con determinado desarrollo cerebral pueden llegar a pensar críticamente? ¿Nacen los individuos con la posibilidad del sentido crítico o existen barreras fisiológicas impenetrables? Es decir, si una persona no tiene desarrollada algún tipo de estructura o función determinada en su cerebro, entonces esa persona no tiene ninguna posibilidad de ejercer, de practicar, de desarrollar su sentido crítico. ¿Cuál es la probabilidad de que esto sea cierto? ¿Cuál podría ser la evidencia a favor y en contra de tal conclusión? ¿Cuáles son las implicaciones de que tal hecho sea verdadero?

De ser cierto lo anterior, ¿estarían justificados —de algún, tal vez, perverso modo— los oligarcas en la Historia en su uso y abuso de las masas pues asumieron, asumen y asumirán que estas masas no pueden tener otro trato que aquel de los animales?

Los animales, al parecer, no piensan críticamente, y entonces la humanidad hace uso de su carne, de su leche, de su fuerza, de su vida; sin procurarles nada más que lo estrictamente necesario para que puedan seguir siendo usados y abusados, a perpetuidad.

¿Es el pensamiento crítico una posibilidad de algunos nada más?

Las condiciones iniciales de la existencia de un ser humano, sus genes, los nutrientes, el amor, la familia, el ambiente y la influencia formadora de dicho ambiente, o la ausencia de todo lo anterior ¿podrán determinar la posibilidad del sentido crítico en dicho ser humano? Si no las condiciones iniciales, entonces ¿qué otras cosas pueden impedir del todo el desarrollo del sentido crítico en un ser humano?

Dogmatismo

La Historia de la humanidad, la evidencia presente hoy en día, podría bien justificar la conclusión que apunta al dogmatismo como uno de los más grandes obstáculos del sentido crítico.

Aquí me refiero al dogmatismo en general, ese que ha ocurrido con frecuencia en corporaciones de todo tipo, hasta nuestros días. Donde, en efecto, se encuentran individuos que permanecen en posiciones de autoridad practicando el autoritarismo, ejerciendo el poder sin limitaciones con base en alguna idea que se asienta por firme, cierta e innegable —un dogma— entre sus subordinados. A quienes no les es permitido cuestionar absolutamente ningún aspecto relativo a sus “superiores”. No sólo ocurre esto en exceso sino que dicho esquema está explícitamente diseñado y se contratan las personas con ese perfil de personalidad para perpetuar las condiciones de completo desinterés por la razón y la ética, haciendo alarde del sinsentido y tan sólo dando importancia a las apariencias, a la pose (postura poco natural o déspota que afecta la manera de hablar y comportarse), y al mantenimiento de la autocracia (sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley).

Además, parece que el dogmatismo religioso es otro de los obstáculos que siempre ha estado en primerísima fila para luchar contra el sentido crítico, con sus propios esquemas explícitamente definidos para mantener a las masas sin pensar.

Pero seguramente hay otros obstáculos, además del dogmatismo religioso, contra el sentido crítico; por lo que, haciendo uso precisamente del pensamiento crítico, será necesario considerar esos otros planteamientos también. Para así mantenernos con un sentido de balance, justicia, imparcialidad, proporción, diversidad de perspectivas, que indispensablemente requiere el pensar críticamente.

¿Piensa “el grupo” o sólo piensan los individuos?

El pensamiento grupal, o mentalidad colectiva, es al parecer otro gran obstáculo contra el cultivo de esa disposición mental de la persona por la búsqueda de la verdad, de la mejora de su estado de consciencia —que es precisamente para lo que sirve el sentido crítico—. El pensamiento grupal es la idea y los patrones de conducta referidos por el término en inglés: groupthinking, del cual existen casos bien documentados del efecto negativo e incluso mortal en diversos grupos humanos. Tanto en política, e.g., el conflicto de Bahía de Cochinos en 1961, religión, e.g., el trágico desenlace del grupo religioso dirigido por David Koresh en Waco, Texas en 1993, e incluso la ciencia —o por lo menos como esta funciona sociológicamente— como lo reporta Lee Smolin en su libro The trouble with physics.

¿Estarán claras las terribles consecuencias que puede tener el pensamiento grupal en una comunidad de personas sin sentido crítico? Ejemplos documentados se pueden encontrar, también, en el mundo religioso, casos mortales como el ejemplo ya mencionado del grupo Branch Davidians con David Koresh, así como los suicidios masivos en Jonestown y Georgetown, Guyana, con el líder religioso James Warren Jones. Además, el caso de la comunidad en el pueblo San Miguel Canoa, Puebla, durante el linchamiento en 1968 de cinco trabajadores de la universidad de Puebla, por miedo anti-estudiantil.

¿Será evidencia suficiente como para estar alerta de los patrones de conducta debidos al pensamiento grupal? ¿Cuáles son los rasgos que ayudan a distinguirlo? Irving L. Janis propone que este ocurre cuando un grupo empieza a tomar una serie de decisiones defectuosas pues las presiones prevalecientes en el grupo mismo los llevan a un deterioro de la eficacia mental, del sentido de la realidad, y del juicio moral. Estas comunidades ignoran alternativas y tienden a realizar acciones irracionales que deshumanizan a grupos que no piensan como ellos. Cualquier grupo es vulnerable a los efectos del pensamiento grupal cuando este no procura diversidad de perspectivas, cuando se aísla de opiniones del exterior, y cuando no hay reglas claras para la toma de decisiones.

Síntomas de pensamiento grupal

Algunos síntomas son: (1) ilusión de invulnerabilidad, creando un optimismo excesivo que alienta a tomar riesgos extremos, (2) racionalización colectiva con la cual los miembros descartan las advertencias y no reconsideran sus supuestos, (3) creer en una moral inherente, los miembros creen en lo correcto de su causa y, por lo tanto, ignoran las consecuencias éticas o morales de sus decisiones, (4) opiniones estereotipadas de grupos marginales, asumiendo juicios negativos en contra del “enemigo”, por lo que una resolución adecuada de conflictos se descarta automáticamente, (5) presión directa sobre disidentes, los miembros están bajo la presión de no cuestionar ninguno de los puntos de vista del grupo, (6) autocensura, no se ve bien que las dudas y discrepancias con los conceptos del grupo sean expresados abiertamente, (7) ilusión de unanimidad, las perspectivas y opiniones de la mayoría se asumen como si fueran unánimes, (8) se autoproclaman “guardianes de la mente”, los mismos miembros protegen al grupo y al líder de cualquier información que pueda ser problemática o “haga ruido” para la cohesión del grupo, sus perspectivas y decisiones.

Un, casi humorístico, ejemplo del último síntoma: “¿Qué hora es? —pregunta el jefe o líder del grupo— ¡Las que usted quiera jefecito! —responden los miembros al unísono—”.

¿Cuál podría ser un comentario típico y apresurado entre quienes están bajo los efectos del pensamiento grupal cuando se enteran de alguien, quien solía mantener las mismas perspectivas, ahora piensa diferente? Acaso: “Se desvió”.

Otros rasgos o síntomas son: el escaso nivel de lectura, la limitada reflexión, las escasas o ausentes réplicas y refutaciones por parte de los miembros, el insuficiente aprendizaje. Por supuesto, aquí no me refiero al “aprendizaje” escolarizante (o adoctrinante) donde se enfatiza con exceso la enseñanza de los maestros, como si eso fuera lo importante (de este suele haber mucho). Por el contrario, aquí denoto el ausente aprendizaje para la educación del alumno, donde el punto principal es la mejora de consciencia en este; o como lo expresan Russell L. Ackoff y Daniel Greenberg: “el objetivo de la educación es el aprendizaje, no la enseñanza”.

Remedios para el pensamiento grupal

Los efectos del pensamiento grupal pueden prevenirse al adoptar algunas de las siguientes medidas: (1) el liderazgo debe ceder el rol de evaluador crítico a cada miembro, (2) el liderazgo debe evitar imponer sus propias opiniones y preferencias, (3) cada miembro debe ser libre de cuestionar y discutir tanto los pros como los contras de las decisiones del grupo y publicar sus opiniones, (4) personal externo especialista deberá visitar regularmente las reuniones del grupo y ser alentado a cuestionar las perspectivas de los miembros, (5) debe no sólo aceptarse sino alentarse a que cualquier miembro use su sentido crítico cuestionando supuestos y acciones, (6) el liderazgo debe planear un tiempo considerable para la recopilación de opiniones y percepciones externas hacia el grupo, atendiendo cualquier signo de advertencia por desvió de los propósitos consensuados por todos los miembros.

Además, parte del remedio también será mejorar el concepto de amistad, uno donde el amigo también es quien me cuestiona y me desafía a pensar mejor las cosas, no sólo quien me dice lo que cree que quiero escuchar. Quien, tan sólo de escuchar el resultado de su pensar, me entusiasme a mejorar como ser humano. Del mismo modo, alguien que espere de mí la resistencia a sus ideas: La resistencia a las ideas es positivo y vital.

Conclusión

Como miembros del género humano, somos capaces de los más encantadores ensueños, así como de las más espeluznantes pesadillas. Al participar en cualquier sociedad o comunidad resulta necesario preguntarse ¿como qué se espera que participe? Si la respuesta es: como persona, entonces se espera que aportes todo de ti, principalmente como un ser pensante que utiliza su sentido crítico. Si no se espera que utilices tu sentido crítico, cabe la duda: ¿como qué entonces se espera que participe? ¿Como un repetidor mecánico, cual reproductor de discos, de las ideas de otros? Será lo que marque la diferencia entre los ensueños y las pesadillas.

Referencias bibliográficas

  1. Introducción a la lógica. Irving M. Copi. Carl Cohen. Editorial Limusa. ISBN-13 978-968-18-4882-8.

  2. Lógica – Conceptos fundamentales. Raúl Gutiérrez Sáenz. Editorial Esfinge. ISBN 978-970-782-189-7.

  3. The Art of Reasoning. David Kelley. 3a edición. ISBN 0-393-97213-5.

  4. Philosophical Foundations for a Christian Worldview. J. P. Moreland, William Lane Craig. InterVarsity Press. ISBN-13: 978-0830826940

  5. A rulebook for arguments. Anthony Weston. 4a edición. ISBN-13 978-0-87220-954-1.

  6. Introducing logic. Dan Cryan. Sharron Shatil. Bill Mayblin. ISBN 1-84046-585-9.

  7. The craft of argument. Joseph M. Williams, Gregory G. Colomb. 3a edición. ISBN-13: 978-0321453273

  8. Fundamentos de la filosofía – Conocimiento y lógica, lógica simbólica y lecturas integradas. David Héctor Hernández Vázquez, Miguel Ángel Morales Mayoral. Grupo Editorial Éxodo. 2006. ISBN 970-737-148-X.

  9. Mointaigne y la filosofía. El arco de Ulises. André Comte-Sponville. ISBN 978-84-493-2163-4

  10. The Trouble With Physics: The Rise of String Theory, The Fall of a Science, and What Comes Next. Lee Smolin. ISBN-13: 978-0618918683.

  11. Pensamiento crítico. Wikipedia (con las reservas del caso).

  12. Victims of Groupthink: A psychological study of foreign-policy decisions and fiascoes. Irving L. Janis. ISBN-13: 978-0395140444.

  13. Turning Learning Right Side Up: Putting Education Back on Track. Russell L. Ackoff y Daniel Greenberg. ISBN-13: 978-0132346498.