Seminario de Filosofía

El sentido último de la educación consiste en el desarrollo de tus facultades como persona. El ejercicio filosófico —personal— resulta necesario para dicho desarrollo. Buscar educarse, poniendo límites al error propio, es en sí misma una aportación importante a la sociedad.

Saturday, October 23, 2010

Preparando la sexta sesión: Antropología filosófica

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Contenido

Preparando la sexta sesión: Antropología filosófica

Introducción

Texto disparador I: ¿Qué tipo de ser es el humano?

Texto disparador II: En respuesta al derrame de petróleo en el Golfo de México

Texto disparador III: La infamia del pensamiento débil

Bibliografía

Preparando la sexta sesión: Antropología filosófica

Introducción

¿Qué es el ser humano? Es la pregunta perenne en la reflexión filosófica acerca de la Humanidad. En preparación para nuestra sexta sesión, con tema Antropología filosófica, propongo los siguientes textos disparadores para invitar al análisis.

Texto disparador I: ¿Qué tipo de ser es el humano?

¿Qué es lo que Dios ha hecho cuando hizo al ser humano? ¿Lo hizo su obra maestra cual corona de la creación o su desacertado agente de caos y autodestrucción? ¿Desató a un dios o a un demonio? Acaso, ¿todo lo anterior, y más, simultáneamente? El vasto océano de la antropología filosófica será uno de los escenarios para las aventuras a las que nos exponen tales preguntas.

¿Qué tipo de ser es este, el ser humano? Capaz de los más encantadores sueños y de las más temibles pesadillas. Considerando que casi todo lo que llegaremos a saber en la vida lo sabremos —directa o indirectamente— porque otro ser humano nos dice que así es, ¿no está entonces el ser humano —y no Dios— en la verja entre uno u otro lado de las opciones planteadas?

¡Qué maravilla llega a ser un humano cuando su enorme ser interno —su conciencia, su madurez, su destreza, su perspectiva de conjunto— ilumina cual estrella a sus congéneres! Dando ocasión para el entendimiento, la luz que permite el avance de una persona. «¡Que exista la luz!» se dice en el Génesis ¿Será esto una alusión a la luz física, a la radiación electromagnética que como onda-partícula se propaga a 300,000 km/s? ¿O será una alusión alegórica a la iluminación por el entendimiento y, en contraste, a la obscuridad como alegoría de ignorancia e inconciencia?

El artículo “La marcha de la impotencia” de Javier Sicilia es el caso de otra maravilla del ser humano, el expresar ideas clara y sucintamente tal que en otros —como en quien suscribe este texto— produzca el asombro y una gran admiración por aquel que pone en palabras los pensamientos que uno no ha logrado articular en la comunicación o que al intentarlo tan sólo resulta una desazonada palabrería.

Texto disparador II: En respuesta al derrame de petróleo en el Golfo de México

Traducción de un reciente comunicado por parte del grupo responsable del Movimiento Zeitgeist:

TZM Sala de prensa: “En respuesta al derrame de petróleo en el Golfo de México”

—Para publicación inmediata—

www.thezeitgeistmovement.com

>>>

(Venus, Florida- Mayo 12, 2010) En la costa del Golfo de los Estados Unidos (sic) el impacto ahora cunde entre millones de ciudadanos estadounidenses al ahora darnos cuenta de la verdadera magnitud de los daños causados por nuestro deseo para obtener combustibles fósiles, obsoletos y peligrosos, y nuestra perpetuación de una sociedad monetaria mundial obsoleta, donde la conclusión siempre ha sido ganancias a cualquier costo, ya sea humano o ambiental. Es tiempo de una solución viable que haga frente a un sistema prediseñado para su propia destrucción.

Es con esa muy lamentable introducción que nosotros, el Movimiento Zeitgeist, ahora debemos entrar en la conversación internacional para expresar la necesidad de un verdadero cambio. Esa idea no es un lema chovinista ideado por un grupo de enfoque, sino el deseo evidente de la opinión pública para una transición significativa del legado destructivo, del peso de nuestros errores del pasado como una civilización inmadura. Sólo tenemos una Tierra; no hay aquí ningún botón de reinicio.

Debemos romper con nuestras ideologías establecidas que han impedido el progreso. Poner fin a la política de la doble moral, la estratificación económica y las falsas divisiones es clave para superar nuestra aparente esclavitud histórica que dice que el futuro prometido debe seguir siendo un sueño esquivo. Debemos ahora reconsiderar nuestra sociedad y superar aquellas partes que han servido para paralizarnos.

Al viernes, 30 de abril, se informó por CBS News (Estados Unidos) que el derrame se había extendido cubriendo 2,100 millas cuadradas y continua todavía a una velocidad de hasta 5,000 barriles (210,000 galones) al día. Al día de hoy, no ha habido ningún progreso en detener esta catástrofe. Esto no tenía que suceder. Sucedió porque seguimos utilizando una tecnología obsoleta en aras de mantener un rentable Establishment. Un Establishment que perpetúa la gran desigualdad en sus salarios para sus empleados frente a sus propietarios principales, destruye los ecosistemas frágiles y vitales y contamina nuestro aire.

Es momento para un cambio real, no para promesas vacías. Ninguna cantidad de socialismo o ideología de libre mercado nos salvará de nosotros mismos, es necesario que haya una fundamental re-escritura de lo que creemos saber, para lograr una empresa humana sostenible.

Nuestra generación ha soportado y ha visto cómo nuestro planeta ha sido violado y saqueado, pero no hacemos nada. Nuestra generación ha soportado y visto como nuestro gobierno ha rescatado financieramente a precisamente las personas que crearon esta crisis económica, pero no hacemos nada. Nuestra generación ha soportado y visto como nuestros derechos nos han sido despojados, y sin embargo no hacemos nada. Nuestra generación ha soportado y visto como nos han sido entregados los problemas de las innumerables generaciones antes de nosotros y nos estamos preparando para hacerle lo mismo a la próxima generación, y sin embargo no hacemos nada.

Seamos la primera generación en entregar soluciones a nuestros hijos y a nuestros nietos. Pero nosotros no podemos hacerlo solos. Debemos romper las barreras que hemos creado entre nosotros. Necesitamos de todos ustedes, hasta el último, para decir basta a una sola voz. No como estadounidenses o rusos, cristianos o musulmanes, sino como padres, madres, hermanos y hermanas. Permitámonos destruir las líneas entre nosotros y trabajar para crear un mundo donde nuestros hijos estén realmente seguros y sean libres. Permitámonos crear un mundo donde podamos decir a nuestros hijos que pueden ser y hacer lo que deseen en su corazón, y saber profundamente que le estamos diciendo la verdad. Permitamos que suceda en nuestra generación.

Tenemos las herramientas, tenemos el conocimiento, contamos con la tecnología. Es hora de hacer la transición a un mundo, a una economía y a un futuro que todos merecemos independientemente de ubicación geográfica o disposición económica. En tanto dependamos de sistemas heredados definidos con una mentalidad del siglo XIX, todo lo que lograremos es desgastarnos mientras que un desfile de desastres ecológicos y económicos nos visita una y otra vez. Es el momento de desconectar esta farsa porque como usted sabrá, hay una mejor manera.

Nosotros, los representantes del Movimiento Zeitgeist, lo contactamos a usted para que podamos trabajar juntos para hacer lo que debe hacerse. Cada hombre, mujer y niño tiene una voz, pero juntos podemos crear una sola voz tan ensordecedora que no habrá más remedio que escuchar. Pero se le requiere. Se le requiere para abandonar nociones preconcebidas que le han sido dichas acerca de "cómo son las cosas en el mundo real" como si esa fuera la única manera, ¡porque no lo es! Nuestra mentalidad ya no nos sostendrá. Podemos o seguir en nuestro castillo de naipes que hemos construido y verlo colapsarse a nuestro alrededor, o podemos, a través de lo mejor que nuestra sociedad tiene por ofrecer, empezar a construir una sociedad estable, próspera y madura, para que el derrame de petróleo en la costa del Golfo, el Exxon Valdez y muchos otros sean nada más que una nota vergonzosa en la historia.

La elección es suya.

www.thezeitgeistmovement.com

—FINAL—

El anterior comunicado de prensa fue creado por el equipo de comunicación del Movimiento Zeitgeist y se alienta para que sea difundido a cualquiera y a todo el mundo.

Texto disparador III: La infamia del pensamiento débil

Nota aclaratoria: utilizar la idea del pensamiento débil fue una mala elección para referirse aquí al pensamiento regido por dogmas religiosos o políticos, aclaro que el tipo de pensamiento débil mencionado aquí no es el propuesto por el pensador posmoderno Gianni Vattimo.

Si el reportaje que refiero a continuación refleja correctamente la realidad y la fotografía no es producto de una fabricación por manipulación de imágenes digitales, entonces es una evidencia más que se suma al vasto número de casos en la historia de la religión que forman el enorme soporte para afirmar que los sistemas de pensamiento religioso no parecen estar causando un impacto positivo en el mundo tampoco hoy en día. Es decir, no parecen ayudar para un mayor número de personas cada vez más compasivas, más pensantes, más conectadas con la realidad.

Por supuesto que lo positivo de la religión se puede ver no en la religión per se, con sus sistemas e instituciones dogmáticas, sino en individuos que han sido luminarias por su valor humano, por su inteligencia, por su humildad, por su compasión y esmero por los demás humanos a su alrededor.

Lo mismo, positivo y negativo, se puede decir de otras áreas con base en las aportaciones positivas o negativas de individuos en particular. Un ejemplo de lo negativo es el uso político —y estúpido— de los productos bélicos de la ciencia. ¿Ver es creer? Entonces así como ver la siguiente imagen de una mujer mutilada es una evidencia de la estupidez religiosa, así también para una evidencia de la estupidez política basta ver las desgarradoras imágenes de los niños en las cercanías de Hiroshima y Nagasaki —después de los bombardeos atómicos del 6 y 9 de agosto de 1945— corriendo, por las que habían sido las calles de su barrio, con su piel cayéndoseles a tiras. ¿Fueron realmente necesarios tales bombardeos siendo que para ese punto en el tiempo la Alemania nazi ya había declarado su rendición? ¿O se decidió vaporizar a miles de seres humanos en un instante tan sólo para dejarle saber al mundo quién, en la nueva era de la Humanidad, era el país más “bueno” del mundo, el que más buscaba la “libertad”, y por tanto podía definir cuáles son las aberraciones y las infamias justificables?

Las infamias tienen en común las buenas e impecables intenciones de quienes las cometen. Políticos arrogantes y religiosos ignorantes tienen también algo en común: el ser humano individual es lo último que les interesa. “¡No es práctico!”, “¡No lo puedo capitalizar!” dice la conducta de estos infantes en cuerpos crecidos. El estudio intenso y la reflexión filosófica son percibidos como algo “aburrido” por muchas personas hoy en día. Por lo que no tenemos manera de percatarnos si estamos siendo parte de un sistema político o religioso donde la misoginia o la xenofobia son parte fundamental de los dogmas. Tal es el caso de algunas perspectivas religiosas basadas en textos bíblicos que afirman la realidad de una jerarquía donde al hombre le corresponde un nivel superior por encima de la mujer. No pocos en la Historia han tomado decisiones basados en tan ignorante noción, no sólo los del reportaje referido. Pero un estado de ignorancia no implica un estado de inocencia.

Para comprender la conducta estúpida en otras personas necesitamos estudiarnos a nosotros mismos. Nuestro trasfondo y nuestro recorrido. Los efectos del pensamiento mítico-mágico-místico-religioso juegan un papel importante en las posibles explicaciones. Pues tal pensamiento no sólo llega a eventualmente causar una mutilación a nuestro cuerpo físico, sino que invariablemente produce una mutilación a nuestra mente. Esto explicaría parte del motivo por el que muchos de nosotros tenemos una aparente imposibilidad para el desarrollo de nuestro sentido crítico. Por lo tanto, la siguiente imagen no sólo representa a una mujer mutilada sino que también representa la imagen de nuestra conciencia mutilada por el pensamiento mítico-mágico-místico-religioso.

Nunca atribuyas a la malicia aquello que pueda ser adecuadamente explicado por la estupidez —Principio conocido como 'Navaja de Hanlon'

Afghan Women and the Return of the Taliban

Fuente: Afghan Women and the Return of the Taliban por Aryn Baker

Otras reflexiones relacionadas:

Bibliografía

  1. Antropología filosófica. Ernst Cassirer. Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-0300-1.

  2. Las ciencias de la cultura. Ernst Cassirer. Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-7674-2.

  3. Introducción a la Antropología filosófica. Raúl Gutiérrez Sáenz. Editorial Esfinge. ISBN 978-970-782-159-0.

  4. Filosofía del hombre. José Antonio Sayés. Ediciones Internacionales Universitarias. ISBN 978-84-8469-263-8.

  5. Ética y diversidad cultural. León Olivé. Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-7296-8.

  6. El estudio adecuado de la humanidad - Antología de ensayos. Isaiah Berlin. Fondo de Cultura Económica. ISBN 978-607-16-0076-9.

  7. El Poder de la Estupidez. Giancarlo Livraghi. Editorial Crítica. ISBN 978-84-9892-103-1.

Monday, October 18, 2010

Creencia y teoría del conocimiento

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Contenido

¿En qué punto vamos?

¿Por qué y para qué una teoría del conocimiento?

¿Dónde está la relevancia de esto?

¿Cuál es la relación con la Lógica?

¿Para qué necesitamos conocimiento?

¿Cuál es el problema con el conocimiento?

¿Es posible conocer?

Dogmatismo

Escepticismo

Subjetivismo y relativismo

Pragmatismo

Criticismo

¿De dónde proviene el conocimiento?

Racionalismo

Empirismo

Intelectualismo

Apriorismo

¿Cuál es la esencia del conocimiento?

Objetivismo

Subjetivismo

Realismo

Idealismo

Fenomenalismo

¿Qué es el concepto y el criterio de la verdad?

¿Cuál es nuestra manera de saber?

Fuentes bibliográficas

¿En qué punto vamos?

La sesión anterior nos convocó a reflexionar sobre algunos rasgos del conocimiento científico y sobre el desarrollo histórico de la investigación científica. El pensamiento científico y sus aplicaciones tecnológicas han provocado gran parte del estado actual de la sociedad, para bien y para mal la Ciencia sostiene a la sociedad actual. Si tenemos preguntas acerca de la realidad física a nuestro alrededor o acerca de nuestro propio organismo biológico, es la Ciencia quien ha justificado tener las mejores respuestas y es a ella a quien debemos recurrir si buscamos conocimiento confiable al respecto. Sin embargo, aun contando todas las respuestas derivadas del pensamiento científico, no se alcanza a responder el torrente de preguntas del insaciable espíritu filosófico presente en el ser humano. ¿Qué hago con mi libertad? ¿Hay un sentido último, general, de la idea de realidad donde esté justificado un mundo sobrenatural? ¿Podrá ser popular la justicia o la equidad? ¿Cuál es la idea del bien y del mal? ¿Qué es la muerte? ¿Es la verdad lo real, o viceversa?, ¿Estamos hablando de dos cosas por separado al decir mente y cuerpo o es la conciencia sólo un efecto de la función cerebral?, etc. El cómo saber dar una respuesta aceptable a estas preguntas es lo que seguirá intentando una teoría del conocimiento, es decir una crítica del conocimiento, un análisis de la pregunta: ¿Cómo saberlo?

La Ciencia aporta respuestas próximas acerca de estos asuntos, el pensamiento filosófico busca respuestas últimas. Filosofar es buscar, es indagar las condiciones por las que nos podemos acercar a tales respuestas últimas. La acción de filosofar desarrolla la conciencia reflexiva, filosofar es una facultad cuyo ejercicio hace posible el progreso en el conocimiento de uno mismo y la edificación de la persona. Así, se llega a ser un humano que quiere, que elige, y no una cosa que sufre, sin voluntad.

Siendo así, se puede entender la invitación que la Filosofía hace al aspirante a la sabiduría, al candidato a sabio, a hacer balance, a la autocrítica, a examinar su estado de conciencia, con calma, sobre lo que en su caminar lo acerca o lo aleja de su meta. El filósofo anhela la sabiduría, la busca, la ama, desea adquirirla, y en eso se distingue del sabio que ya la ha alcanzado. El filósofo está buscando, el sabio ya no busca pues ha llegado y permanece en su meta. El gusto por adquirir conocimiento acerca de mí mismo inaugura el filosofar, pues es la manera para llegar a saber que soy un tipo de persona, que quisiera ser de otro tipo, y mi conciencia reflexiva me permite conocer la brecha entre ambos.

A continuación un breve recorrido por algunas ideas básicas de la reflexión filosófica acerca del conocimiento en general. Se mencionan algunas posiciones de la Filosofía Antigua, la Filosofía Medieval, y la Filosofía Moderna, alentando al lector a tomar, por su propia cuenta, un recorrido más amplio y más profundo de estas épocas sin olvidar a la Filosofía Contemporánea, como lo hemos hecho aquí por motivos de tiempo y espacio.

¿Por qué y para qué una teoría del conocimiento?

¿Dónde está la relevancia de esto?

La Teoría General del Conocimiento, o Gnoseología, es el análisis histórico-filosófico acerca de cómo poder orientar el pensamiento en busca del conocimiento y la verdad. Este filosofar es necesariamente calmo, poco a poco, pues la Filosofía no se aclimata en un espíritu dominado por la prisa. A continuación mencionaremos brevemente algunos rasgos de la búsqueda que el ser humano hace por responder a la pregunta de si se puede saber algo más allá de sus propios pensamientos y, también, qué puede ser esa cosa pensante capaz de evocar pensamientos.

El considerar seriamente el asunto del problema crítico del conocimiento está necesariamente ligado con la pregunta del ser y de la existencia. El inicio de nuestra anterior exposición contiene una breve mención de esto. El intentar conocer una cosa implica el cuestionar, en primer lugar, la existencia de tal cosa. Acerca de la naturaleza de su ser con independencia de nosotros que queremos conocerla. La Ontología General estudia los términos o condiciones por las que un objeto —del cual deseamos adquirir conocimiento— existe por sí mismo, con independencia de la existencia de un sujeto que piense en tal objeto. Pero antes de saltar apresuradamente a concluir sobre la existencia de algo fuera de nuestra propia mente, la Gnoseología propone primero analizar si el ser humano tiene la capacidad de contestar las preguntas acerca de la realidad en la Ontología General. Esta última se ocupa del ser y la existencia mientras que aquella otra se ocupa del conocimiento acerca del conocer. Acerca de la posibilidad del conocimiento, de su origen, y de su esencia.

Un análisis del conocimiento es relevante al cuestionar nuestra capacidad para distinguir entre realidad y apariencia. Si nos detenemos y tomamos el tiempo para pensar calmadamente, podremos caer en cuenta que entre una creencia falsa y el conocimiento de la realidad hay muchas meras opiniones y apariencias de realidad, las cuales pueden ser muy diferentes a la realidad por sí misma. El mito de la caverna que propone Platón es una buena ilustración de esta distinción. Descartes desconfiaba que nuestros sentidos pudiesen ofrecer representaciones exactas de la realidad, pero al menos podemos estar seguros de contar con las apariencias por sí mismas. Aquí reside el problema principal que nos ocupa en Gnoseología, acerca de si la brecha entre realidad y apariencia es insignificante o es un abismo. Quizá conocemos la mera apariencia de las cosas, pero ¿cómo podemos saber si conocemos la realidad detrás de las apariencias?

¿Para qué molestarse con todo esto? ¿No es acaso la realidad algo obvio? ¿No es todo esto una vergonzosa manera de perder el tiempo? Cada cual a lo suyo. Como dice Roberto Mares:

“Ayer, mientras trabajaba en esta compleja edición de la obra de Hessen, se me ocurrió, como una fantasía, preguntar a mi perro ‘Mitzu’ si es posible caminar sin tener una ‘filosofía del andar’; vivir sin una ‘filosofía de la vida’; conocer sin una ‘teoría del conocimiento’... él me miró un poco extrañado y después me sonrió de esa manera peculiar que él tiene de sonreír, como diciendo: ¡para qué te complicas las cosas!...Mírame a mí, yo soy feliz sin una ‘teoría de la felicidad’. Yo preferí dejar así las cosas para no entrar en agrias polémicas que finalmente no traen nada bueno y seguí trabajando con cierto desahogo, porque comprendí que su pensamiento es tan válido y respetable como el mío, pero que sería monstruoso que él se pusiera a leer un libro de filosofía, y yo me vería bastante mal mordiendo las patas de las sillas. Así que cada quién a lo suyo. A nosotros, los humanos, se nos da la filosofía y entonces no queda más remedio que ejercerla; pero no con el ánimo de ofender a nuestros irracionales compañeros, sino porque se nos impone la inteligencia como el fundamento de nuestra manera de vivir, aunque resulte bonito pensar en ‘dejarse fluir’, ‘vivir el momento’, ‘vibrar en el tono del universo’ y expresiones similares que no dejan de ser, también, propuestas del pensamiento consciente: una especie de filosofía, aunque un poco escurridiza y escasamente comprometida con el penoso discurso del pensamiento que busca entender un poco más las cosas de la realidad para provocar un modesto cambio, alguna transformación que nos permita avanzar en el camino del dominio de la naturaleza”...y en el camino del dominio de uno mismo.

¿Cuál es la relación con la Lógica?

En nuestra sesión acerca del pensamiento lógico mencionamos que la Lógica tiene dos partes, enfocadas a dos tipos de razonamiento: la Lógica material para el razonamiento verdadero, y la Lógica formal para el razonamiento correcto. El conocimiento se puede considerar desde dos perspectivas: el contenido y la forma. La Lógica material estudia el contenido o materia del conocimiento, mientras que la Lógica formal se ocupa de la estructura válida en las formas mentales —recordemos que las tres formas mentales tienen una representación intelectual y una expresión lingüística: concepto/palabra, proposición/juicio, y raciocinio/argumento.

También mencionamos que la Lógica y la Teoría del Conocimiento son complementarias, pues esta última ayuda a la Lógica material en establecer las condiciones para las mejores premisas posibles, las condiciones acerca de su verdad o falsedad. Respondiendo la pregunta de cuál puede ser, legítimamente, un punto inicial dentro de una línea de argumentación. De ahí toma su punto de partida el pensamiento correcto tratado por la Lógica formal.

¿Para qué necesitamos conocimiento?

Necesitamos conocimiento para desarrollar nuestra conciencia. Pero para tal desarrollo se requiere entender qué es conocimiento y poder distinguirlo de la mera opinión. Pues del hábito de distinguirlo depende nuestra supervivencia y nuestra orientación en la vida real.

Por la mañana iniciamos con planes de hacer tal o cual cosa, emprendemos el día sin advertir ninguna tragedia, “¡no pasa nada!” decimos. Salimos a la calle, usamos el transporte público o conducimos una camioneta, usamos una computadora, usamos Internet, ofrecemos información personal en redes sociales y utilizamos “descargas” de la red, sin reparar en relación alguna de costo-beneficio. De contar con conocimiento dependerá si podremos cruzar una calle sin ser arrollados por un automóvil, o no quitarle la vida a un imprudente peatón, o evitar ser engañados por un ladrón informático, o perder el control de nuestra computadora por causa de un pirata informático —también conocido popularmente como “hacker”.

El caso de la frase: “Lo que se pone en Internet se queda ahí para siempre”. Por qué se dice eso siendo que puedes eliminar alguna información que hayas publicado. ¿Seguro? Se requiere el conocimiento de los protocolos de teleprocesamiento digital y del vasto número de lugares donde es almacenada la información de dichos protocolos para entonces realmente comprender que la información colocada en una red pública como Internet está literalmente fuera de nuestras manos, y que por tanto poco podemos saber y controlar sobre lo que se haga con ella. De hecho la Humanidad está ante un nuevo fenómeno cuyas ramificaciones no son exactamente conocidas, nuevas posibilidades aparecen en el camino frecuentemente resultado de la propia exploración del fenómeno Internet, y por los efectos de su naturaleza emergente. Estamos ante una revolución de la información, una revolución intelectual donde el quehacer recreativo y productivo requiere más que nunca el desarrollo de las facultades cognoscentes en quienes pretendan aportar para sí y para su prójimo.

El caso de la seguridad informática, la cual posee una serie de diferentes estratos y se basa en una estrategia que consiste en asegurar un bien por medio de un equilibrio o contrapartida —en inglés tradeoff— entre el costo de violar el esquema de seguridad y el potencial valor del bien protegido. La estrategia asume que el ladrón pensará en ese equilibrio, en lo que tiene que sacrificar por obtener el bien deseado, por ejemplo al intentar penetrar un protocolo de seguridad en Internet conocido como HTTPS, y que el ladrón desistirá en su intento pues no le resultará un saldo positivo, es decir, es muy caro penetrar tal protocolo y el beneficio obtenido suele no ser superior al costo. La estrategia funciona bajo el supuesto donde el valor económico es la motivación principal del ladrón. Sin embargo, tal estrategia tiene una debilidad ante otros posibles motivos. Por ejemplo el fervor por el conocimiento, el cual puede ser un motivo de mucha mayor potencia que el mero valor económico. El desafío incitado por el querer conocer, por el saberse conocedor de lo que supuestamente no se podía o no se debía conocer. Ante tal fuerza motivadora la contrapartida basada en el valor económico resulta irrelevante. Transfiriendo esto a la esfera social, las organizaciones se equivocan pensando que el dinero es el mayor aliciente para incentivar a las personas. Tal vez es el más cómodo o el más popular o el más pueril, pero no es el de mayor potencia. La curiosidad o el gusto por el conocimiento suelen ser de mucho mayor empuje. El recorrido de la Ciencia puede dar cuenta de ello.

El caso de las afirmaciones provenientes del conocimiento científico, que con frecuencia son motivo de asombro pues revelan aspectos precisos y extraordinarios de la Naturaleza; por ejemplo, las dimensiones de las estrellas de mayor tamaño descubiertas a la fecha. ¿Cómo lo saben? ¿Cómo saben que VY Canis Majoris es de tan gigantesco tamaño? ¿Acaso alguien ha viajado allá para tomar sus medidas? ¿No es acaso algo imposible de conocer? ¿En qué basan semejante afirmación? Cuestionarse seriamente las afirmaciones del conocimiento científico conlleva el beneficio de llegar a entender la manera científica de adquirir conocimiento confiable, y cómo éste se diferencia de la mera opinión o de cualquier otra afirmación especulativa. Es cierto que nadie ha viajado tan lejos para “medir” a esos colosales astros, pero también es cierto que tales astros emiten radiación electromagnética que podemos someter a diferentes mediciones contrastables con la de otros astros vecinos y, gracias al pensamiento deductivo y matemático, la afirmación de su tamaño puede contar con un soporte sólido. No es menos sorprendente considerar que lo que vemos de las estrellas es su historia ancestral pues, por ejemplo, la luz que nos llega hoy desde la mayor estrella conocida partió de su origen hace cinco mil años, durante los cuales dicha luz ha viajado a razón de 300,000 kilómetros por cada segundo de esos cinco mil años.

El caso de las afirmaciones provenientes de la filosofía especulativa, o de la Teología, o del sentido común, o de otros saberes diferentes al conocimiento científico del mundo material, implica también un examen de su soporte antes de depositar algún grado de creencia sobre dichas afirmaciones. Dudar y cuestionar también son necesarios para llegar a otorgar algún crédito a aquello que no sea conocimiento científico. Afirmar saber el futuro con base en la lectura de huesos o de cartas o de residuos de café, o saber lo que una deidad piensa o siente con base en la lectura de algún texto bíblico o religioso, son afirmaciones descomunalmente presuntuosas, son afirmaciones que presumen desenfrenadamente e intentan llegar demasiado lejos, más allá de lo que puedan presentar como soporte. No han faltado quienes, a pesar de la carencia de soporte a tales afirmaciones, crean ciegamente en ellas, y digan que hacerlo es algo positivo. Sin embargo, tal certeza inarticulada no justifica una creencia sostenible y sólo una creencia sostenible justifica decir que sabemos algo. Por lo que es preferible sustituir tal certidumbre inarticulada por una incertidumbre articulada pues conlleva o la posibilidad de formar el soporte ausente o la decisión de enfocar la atención en otros aspectos más relevantes para la adquisición de conocimiento y el desarrollo de la conciencia.

Parte de ser adulto es actuar tomando riesgos y sin la absoluta certeza de que todo saldrá bien. Pero eso no es lo mismo que afirmar “¡no pasa nada!” al salir a la calle pues muchas personas hoy mismo perdieron la vida en la calle sin tenerlo contemplado. ¿Cómo sabe que no pasa nada? Es una pregunta gnoseológica que busca un soporte para tal afirmación, al no tenerlo entonces nada la sostiene y en realidad no lo sabe. No lo sabe y tal afirmación, expresada con una confianza ciega, no está justificada. Un estado inconsciente y desinformado nos hace mentirnos a nosotros mismos, preferimos una especie de desmayo gnoseológico donde el mundo real desaparece y no tenemos que enfrentarnos a ese atemorizante mundo real, donde realmente no sabemos. Preferimos permanecer en un mundo donde tenemos el control y sabemos cosas con certeza, que nos dan seguridad y confianza en el porvenir. Ese mundo aparenta ser muy “práctico” pero tan sólo es un disimulo de la falta de conciencia, de la dulce ignorancia y del muy conveniente estado desinformado. Sin embargo, un estado desinformado, un estado de ignorancia, no es un estado de inocencia. Precisamente ese estado de inconciencia y esa pobre actitud hacia el conocimiento es parte de la causa raíz de las situaciones negativas en nuestra sociedad actual. Parte de la edad adulta es tener plena conciencia de la fragilidad de la vida, de la facilidad con la que puede cambiar el rumbo de la vida de un momento a otro.

“Recuerdo caminar con Ria cuando estábamos comprometidos –fue cerca de la Estación Central de Ámsterdam– cuando le expliqué que yo quería vivir contento y feliz con mis ojos completamente abiertos, sin mentirme a mí mismo en la creencia de que vivimos en un mundo rosado: ser feliz de estar vivo en pleno conocimiento de toda miseria, incluida la propia” —Edsger W. Dijkstra

Sin importar lo que hagamos no será posible obtener conocimiento acerca de todo, tener respuestas para todo. Tengo una inteligencia limitada y un tiempo de vida limitado, por lo que es provechoso utilizar esa inteligencia y ese tiempo en direcciones específicas conforme a nuestro ser.

“Puedo vivir con la duda y con la incertidumbre de no saber, creo que es más interesante vivir sin saber que tener respuestas que pueden estar equivocadas. Tengo respuestas aproximadas, creencias posibles, y diferentes grados de certeza sobre distintas cosas, pero no estoy absolutamente seguro de nada y de muchas cosas no sé nada. No tengo que tener una respuesta, no me siento atemorizado por no saber cosas ni por estar perdido en el misterioso universo sin tener propósito” —Richard P. Feynman

¿Cuál es el problema con el conocimiento?

El problema inicia al preguntar cómo la inteligencia humana puede entender los secretos de la realidad y de la existencia. Primero se impone entender esta cuestión antes de tratar de entender los secretos de la realidad pues es a través de la inteligencia que conocemos todo lo demás. El origen del Universo, el funcionamiento de la mente y la conciencia, el portento de la diversa vida en la Tierra, el cerebro, la enorme vida interior del ser humano, el amor, la solidaridad, el talento artístico, la compasión, el ingenio humano, el sufrimiento incoherente, la capacidad imaginativa, etc., se nos presentan como imponentes secretos de la realidad al tratar de entenderlos y darles explicaciones satisfactorias. Entonces, ante de siquiera pensar en entender la realidad, necesitamos estudiar primero cómo podemos acceder a ella.

Poder decir: esto es tal cosa, aquello es tal otra, parece ser de lo más evidente y ordinario en la vida psicológica pero al contemplarlo con detenimiento surgen una serie de problemas que lo hacen convertirse en un asunto muy profundo. Parto desde mi estado consciente, sé que soy al encontrarme teniendo pensamientos. Parto desde mi vida interior. Podría carecer del sentido de la vista o del oído, y todavía ser. Perder el tacto en alguna parte del cuerpo o en su totalidad, carecer del olfato y del gusto, no implica dejar de ser. Luego viene el asunto de la relación de mi conciencia con el mundo físico exterior, el estar en el mundo exterior. Lo que hay en el mundo exterior es adquirido por mi conciencia por medio de las imágenes sensibles provenientes de mis sentidos corporales. El mundo exterior no tiene manera de presentarse por sí mismo ante mi conciencia, el mundo exterior no entra directamente y se deposita por sí solo en mi conciencia, sino que su adquisición depende de una posición activa por parte de mi conciencia para formar algo a partir de lo que proviene de mis sentidos.

Mi conciencia, como sujeto individual, entra en algún tipo de relación con los objetos en el mundo exterior. Esta relación es el resultado de un proceso de adquisición del objeto por parte del sujeto, pero en tal proceso el objeto, su substancia en sí, no carece de participación activa pues las propiedades de tal substancia también determinan su relación con el sujeto. Al tomar agua fresca no es sólo el sentido del gusto en el sujeto el determinante de la frescura sino que depende si la substancia en sí del objeto posee tal propiedad. Sin embargo, ocurren muchos otros detalles en el proceso de adquisición de las propiedades de los objetos externos, y dar un salto para concluir que tales propiedades provienen directamente de la substancia en sí de los objetos, y que por tanto se justifica la afirmación de que conocemos los objetos externos de forma directa, es un salto enorme e incongruente con un análisis filosófico serio. Esos análisis son parte de su propio indagar, amable lector, a partir de esta introducción a la Filosofía. A lo que han llegado los filósofos es a una diversidad de posiciones a partir de las cuales se proponen posibles soluciones a la cuestión de la posibilidad de tener acceso a la substancia en sí de los objetos del mundo exterior.

El conocimiento es una relación tripartita entre el sujeto cognoscente, la imagen mental formada por adquisición, y el objeto conocido. La relación es una correspondencia recíproca, una correlación, donde el sujeto lo es para su objeto, pero no a la inversa; es decir, en una adquisición dada el objeto no puede ser sujeto, y a la inversa. Esto persiste aun cuando la conciencia reflexiva se da vuelta sobre sí para hacer adquisición de uno mismo como objeto, para saber de mí, para la construcción del yo, para conocerme con un poco más de precisión y exactitud que antes de la autorreflexión del ahora.

El conocimiento es también una mezcla de conocimiento sensorial y conocimiento intelectual —son las representaciones internas mencionadas en Lógica— por los que conocemos tanto objetos reales como objetos ideales. Un objeto real es todo aquello proveniente de la experiencia interna —e.g., emociones— o externa, o que se pueda inferir de ella. Los objetos ideales son los puramente pensados, como los objetos de las matemáticas. Decir que tenemos conocimiento acerca de cualquiera de estos tipos de objetos implica referirse a un objeto que permanece independiente de la conciencia cognoscente, es decir que el objeto es trascendente con respecto al sujeto —de otra manera no estaríamos hablando de conocimiento sino de alucinación—.

El concepto de verdad se relaciona estrechamente con el concepto de conocimiento. No hay tal cosa como “conocimiento falso”, eso no es propiamente conocimiento sino error o ilusión.

Verdadero conocimiento es tan sólo el conocimiento verdadero

Pero, ¿qué significa el concepto de verdad? Hasta este punto, implica la concordancia de la imagen con el objeto, la correspondencia entre la imagen mental formada por adquisición y el objeto conocido. Pero ¿sobre qué basamos la posible certeza de dicha concordancia? ¿Qué sostiene la afirmación de la existencia real del objeto? Pues hasta ahora tan sólo hemos señalado algunos rasgos del fenómeno del conocimiento, es decir desde una perspectiva fenomenológica, pero la Fenomenología no dice nada acerca de la existencia real de los objetos, tan sólo estudia la manera en que los fenómenos se presentan ante la conciencia. Por lo que una teoría del conocimiento debe incluir una posición acerca del criterio de la verdad.

Por los elementos individuales en la relación tripartida del conocimiento se ha preguntado a la Psicología por el lado del sujeto, a la Lógica por la imagen mental, y a la Ontología por el lado del objeto. Las respuestas no han resultado satisfactorias pues se centran en perspectivas parciales conocidas como el psicologismo, el logicismo, y el ontologismo, respectivamente, sin ofrecer respuestas congruentes con lo planteado en el fenómeno del conocimiento. Así, la Gnoseología se hace una disciplina filosófica independiente con su propio objeto formal de estudio.

En términos generales, los problemas del conocimiento son cinco: (1) ¿es posible esa relación tripartida por la que el sujeto adquiere al objeto? Es el problema de la posibilidad del conocimiento. (2) A partir de la posibilidad y dado que contamos con representaciones tanto intelectuales como sensoriales, ¿de dónde provienen el conocimiento, es la razón o es la experiencia la fuente principal del conocimiento para la conciencia cognoscente? Es el problema del origen del conocimiento. (3) En la relación tripartida del conocimiento cada elemento puede ser el agente activo de la relación, quien determina a los demás en la relación, ¿cuál perspectiva es la correcta, cuál de los elementos es el agente activo en la relación? Es el problema de la esencia del conocimiento. (4) El conocimiento racional suele ocupar gran parte de la atención en el discurso pero también en el fenómeno humano del conocimiento aparece un sentido de intuición profunda, el conocimiento intuitivo. Es el problema de las formas del conocimiento humano. (5) ¿Es posible sustentar la certeza de verdad de un conocimiento? ¿Qué da el soporte para la concordancia con la existencia real del objeto fuera del sujeto? Es el problema del criterio de la verdad.

El panorama de estudio a la fecha en Gnoseología no es tan simple como para decir que sólo hay un problema del conocimiento, pues a lo largo del tiempo los filósofos han debatido intensamente el tema y los análisis, rebates, y réplicas forman toda una provincia muy poblada de estudio. Hay diferentes tipos de conocimiento y el filósofo encuentra en ellos múltiples problemas. Además, conforme la Humanidad avanza en experiencias y la información científica nueva por analizar está cada vez más al alcance de nuevos filósofos, éstos tienen oportunidad de formarse una vista cada vez más amplia sobre la cual cimentar nuevos e inéditos análisis. Una dedicada lectura para entendimiento es indispensable para penetrar en lo que algunas veces son densos argumentos. La crítica del conocimiento es entonces un tratado que aún no está terminado. El conocimiento humano es mucho más amplio y complejo que lo revelado hasta ahora por el análisis filosófico, es una mezcla no sólo de los sentidos y de la razón sino también de las emociones y los sentimientos. La búsqueda de la verdad es rica, es intensa y abundante, no carece de un carácter elusivo por el cual hasta la posición filosófica más segura y presuntuosa de una época corre el riesgo de sucumbir en rotundo ridículo ante la majestuosa fuerza y complejidad de la realidad. Ante lo cual es prudente mejor tomar nota y continuar con esmero el buscar entenderla.

A continuación se mencionan algunas de las diversas propuestas de solución a los problemas del conocimiento. Dentro de las cuales es común encontrar una amplia gama de énfasis, peculiaridades y matices que reflejan simplemente la diversidad de perspectivas con la que el ser humano puede considerar un determinado asunto.

Cada mención a continuación será brevísima, no se proporciona —por mucho— una justa presentación de los argumentos a favor de cada posición filosófica debido a que hacerlo saldría del alcance de este seminario introductorio. Pero cabe mencionar que, por más que estás posturas no coincidan con su ser y su manera de saber, amable lector, las diversas posiciones filosóficas mencionadas no han sido disparates de gente estúpida o extraviada en su pensar, por el contrario. Un grave tropiezo sería no tomar en serio el fondo y el contexto de las diversas argumentaciones históricas, cuyo análisis y contrastación pospondremos para una mejor ocasión.

¿Es posible conocer?

Dogmatismo

La palabra dogmatismo proviene de una palabra griega que significa: yo afirmo.

¿Es posible lograr el conocimiento de algo? El dogmatismo contesta un sí rotundo, si están provistas determinadas condiciones. Si tales condiciones no están provistas entonces se acepta a la duda como la única posición racional de la conciencia. Esta es la posición del dogmatismo moderado o también llamado dogmatismo racional.

El dogmatismo moderado es una posición filosófica que se puede adoptar temporalmente, de manera provisional, de hecho lo hacemos para lo que no está bajo examen crítico en ese momento, a manera de andamio para avanzar en el análisis de algún otro aspecto de un asunto. Pero con la promesa de regresar más tarde a revisar lo asumido dogmáticamente.

El dogmatismo exagerado afirma que el sujeto, por medio de la pura razón, adquiere completa, adecuada y perfectamente al objeto sin lugar a dudas, y que tal aprehensión incluye la realidad de la existencia del objeto, y por tanto la certeza de su verdad es absoluta. Por lo que para este tipo de dogmatismo no existe ninguno de los problemas del conocimiento —corresponde al lector evaluar para sí mismo el nivel de presunción en tales afirmaciones.

Dependiendo en cuál área del conocimiento se adopte esta posición y con cuánto énfasis se dogmatice una determinada afirmación se puede hablar de dogmatismo teórico, ético, religioso, etc. Lo mismo aplica para cualquiera de las siguientes posiciones en adelante.

El dogmatismo filosófico no tiene relación con la aceptación de una verdad por el hecho de sernos impuesta por una autoridad superior, esto último es el significado teológico del dogmatismo.

Escepticismo

La palabra escepticismo proviene de una palabra griega que significa: yo examino.

¿Es posible lograr el conocimiento de algo? El escepticismo radical contesta un no rotundo. Pero al hacerlo, al afirmar saber que no se puede lograr conocimiento alguno, entonces está negando saber al menos eso. Por lo que cae en contradicción. Mientras que el dogmatismo exagerado excluye la acción del sujeto en el fenómeno del conocimiento, el escepticismo radical excluye por completo la posibilidad del objeto. El escepticismo radical se abstiene de hacer juicio alguno pues no existe ningún objeto al cual aplicar dicho juicio —corresponde al lector evaluar para sí mismo el nivel de presunción en tales afirmaciones, también aquí y en cada caso posterior.

El escepticismo metódico propone que tenemos que dudar de todo a fin de llegar a la verdad, lo propuso René Descartes y es parte de la posición por la que ahora existe la Ciencia.

El escepticismo metafísico o positivismo propone que el conocimiento especulativo de la metafísica es imposible pues el único conocimiento es el experimental. Es la postura iniciada por Augusto Comte.

El historicismo, otro tipo de escepticismo, propone que la verdad y el conocimiento dependen por completo de su época histórica, el conocimiento sólo vale en el ciclo cultural al que pertenece.

El escepticismo parcial propone que no es posible un conocimiento exacto, no es posible la certeza de concordancia con la realidad, no es posible decir si una proposición es verdadera, tan sólo podemos afirmar que es probable, no hay certeza rigurosa, sólo probabilidad.

Subjetivismo y relativismo

El subjetivismo individual propone que la persona sólo puede tener conocimiento de lo que experimenta directamente, es decir, concede primacía a la experiencia subjetiva como fundamente de todo conocimiento; en una forma extrema puede sostener que la naturaleza y la existencia de cada objeto dependen únicamente de la conciencia subjetiva de quien lo experimenta. Un subjetivismo general afirma que puede existir conocimiento compartido por toda una sociedad o la raza humana completa, pero no hay conocimiento universal válido para seres organizados de una manera diferente, o válido para otras especies diferentes a la humana.

El relativismo propone que la realidad carece de sustrato permanente y consiste en la relación circunstancial de fenómenos particulares, por lo cual el conocimiento sobre conceptos tales como el derecho y la injusticia, la bondad y la maldad, o la verdad y la falsedad no son absolutos, sino cambian de una cultura a otra, de situación en situación.

Pragmatismo

La palabra pragmatismo proviene de una palabra griega que significa: acción.

El pragmatismo o escepticismo pragmático propone que un conocimiento es verdadero únicamente cuando funciona, es decir cuando logra algo. Propone que verdadero significa útil, provechoso.

Al igual que el escepticismo, el pragmatismo abandona el concepto de la verdad en el sentido de la concordancia entre el ser y el pensamiento. Pero a diferencia del escepticismo, avanza proponiendo un nuevo significado para la verdad: la congruencia entre los fines prácticos y los pensamientos, toda vez que estos se remitan en un beneficio para la conducta práctica del hombre. Para el pragmatismo la persona no es primariamente un ser pensante sino un ser práctico. El intelecto le es dado al ser humano, no para indagar y conocer la verdad, sino para servir a sus cualidades de voluntad y acción, para moverse en la realidad, y no para que estas cualidades sirvan al intelecto.

Criticismo

El criticismo o realismo crítico se propone como aquel método de filosofar que consiste en investigar las fuentes de las propias afirmaciones y objeciones, y las razones en que las mismas se basan, método que da la esperanza de llegar a la certeza.

El criticismo reconoce que el conocimiento sensorial no es totalmente adecuado, también reconoce que su confianza en la razón no es absoluta, por lo tanto desconfía de las afirmaciones provenientes de la pura razón, le pide cuentas y nada acepta porque sí. No es dogmático ni escéptico, sino que su actitud es reflexiva y crítica. El criticismo representa la síntesis entre la tesis y antítesis del empirismo y el racionalismo. El criticismo se presenta como algo maduro en comparación con las posiciones anteriores: El primer paso en las cosas de la razón pura, el que caracteriza la infancia de la misma, es dogmático. El segundo paso es escéptico y atestigua la prudencia del juicio ya instruido por la experiencia. Pero es necesario un tercer paso, el del juicio maduro y viril.

¿De dónde proviene el conocimiento?

La expresión lingüística “el Sol calienta la arena de la playa” es una proposición que expresa un juicio, ¿cómo llegamos a tal conclusión? El uso de los sentidos juega un papel importante, pero en nuestra proposición no sólo hay elementos provenientes de la experiencia. También contiene una relación entre procesos, algo que nos permite hacer la conexión entre un suceso antes que otro, una conexión causal. Nuestro ejemplo de juicio contiene tanto elementos de la experiencia como elementos del raciocinio. ¿Cuál es más fundamental, cuál representa el origen del conocimiento?

Racionalismo

El racionalismo propone a la razón humana como la base omnipotente e independiente del origen del conocimiento; por lo que la experiencia no es necesaria para obtener conocimiento, según los racionalistas.

Lo atractivo del pensamiento matemático, con su sorprendente precisión y exactitud proveniente del método deductivo de razonamiento, cautivó a los racionalistas de tal manera que les hizo despreciar a la experiencia como fuente de conocimiento. Concluyeron que sólo la razón puede brindar conocimiento mientras que la experiencia sensible tan sólo puede llegar a expeler meras opiniones. Debido al carácter universal y necesario del conocimiento matemático concluyeron que lo proveniente de la experiencia sensorial, siempre particular y contingente, no podría sostener ninguna verdad y por lo tanto no era conocimiento, por lo que no podría ser otra cosa que una mera opinión.

El racionalismo mantiene una relación muy cercana con el dogmatismo —en particular con el dogmatismo religioso y metafísico— al sostener la posibilidad de conocer la existencia real de nociones puramente conceptuales, sin ningún rasgo experimental. Afirmaron que desde su nacimiento el ser humano posee conceptos congénitos, ideas innatas que no proceden de la experiencia. La teología dogmática, que se funda en la filosofía racionalista, armonizó muy bien con esta posición filosófica para fundar sus posiciones teológicas.

Empirismo

La palabra empirismo proviene de una palabra griega que significa: experiencia.

El empirismo es la antítesis del racionalismo. El empirismo propone a la experiencia como el origen único del conocimiento, el conocimiento procede del contacto directo con la realidad, según esta posición. El ser humano no cuenta con ideas a priori, al nacer está vacío por completo en el sentido intelectual, es como una hoja en blanco, una tabula rasa, sobre la cual es la experiencia quien empieza a escribir. Incluso los conceptos más generales y abstractos proceden de la experiencia, pues la razón tan sólo es la facultad de ordenar y combinar los datos de la experiencia.

El contexto de la época, los excesos del racionalismo, dieron lugar a su antípoda que es el empirismo. Además, así como los racionalistas se inspiraron por contemplar las matemáticas, así también los empiristas se inspiraron por examinar y admirar los notables avances de las ciencias naturales, donde la experiencia y la observación directa juegan un papel predominante.

El empirismo mantiene una relación muy cercana con el escepticismo —en particular con el escepticismo metafísico— al sostener que todo conocimiento procede de la experiencia, sin ningún rasgo racional. Afirmaron que el conocimiento humano está centrado por naturaleza ente los límites del mundo empírico y que por lo tanto el conocimiento suprasensible es imposible. Así se explica la postura escéptica de los empiristas frente a las especulaciones metafísicas.

Intelectualismo

La palabra intelectualismo proviene de una palabra latina que significa: leer interiormente.

El intelectualismo propone que ambos aspectos, la razón y la experiencia, intervienen en la formación del conocimiento, que sí es posible hacer juicios generales y necesarios cuyo fundamento no sólo sean objetos ideales, de la pura razón, sino también objetos reales, de la experiencia. Aunque su principal axioma es: no hay nada en el intelecto que no haya estado antes en los sentidos, su diferencia con el empirismo consiste en afirmar que, además de las representaciones sensibles, sí están presentes los conceptos de manera innata y en combinación con la experiencia forman la base del conocimiento.

El intelectualismo es una propuesta para mediar el intenso antagonismo entre el racionalismo y el empirismo. Sin embargo, esta posición gnoseológica ha sido desarrollada desde Aristóteles, quien desde entonces buscó una síntesis entre el racionalismo y el empirismo. Tomando la noción metafísica del Mundo de las Ideas de su maestro Platón la trasladó hacia el interior de los objetos, como la forma esencial o núcleo racional de las cosas, las cuales están envueltas por un conjunto de propiedades empíricas. En el escolasticismo de la Edad Media, basándose en el trabajo de Aristóteles, Tomás de Aquino declara que el conocimiento de los principios se nos da por medio de la experiencia.

Apriorismo

El apriorismo es otro intento de mediación entre el racionalismo y el empirismo, pero en sentido contrario al del intelectualismo, mientras que este último tiende al empirismo aquel primero tiende al racionalismo. El apriorismo también considera tanto a la razón como a la experiencia como fuentes del conocimiento, pero como el racionalismo enfatiza la presencia de elementos a priori, es decir antes de la experiencia, en nuestra manera de conocer. Su diferencia con el racionalismo consiste en afirmar que las conceptualizaciones a priori son estructuras o formas de conocimiento pero permanecen “vacías” mientras no sean “llenadas” por medio de la experiencia. Uno de sus principios fundamentales dice: Los conceptos desprovistos de las intuiciones están vacíos; las intuiciones son ciegas sin los conceptos.

Tal concepto del apriorismo aparenta coincidir con el intelectualismo aristotélico-escolástico, pero la relación entre la razón y la experiencia es por completo diferente. Mientras que el intelectualismo afirma que todos los conceptos derivan de la experiencia, el apriorismo rechaza esta afirmación y considerar justo lo contrario, que los conceptos a priori no provienen de la experiencia sino que son de índole racional. Immanuel Kant es considerado el fundador del apriorismo pues su filosofía se caracteriza por la síntesis entre racionalismo y empirismo, en la cual el conocimiento procede de la experiencia pero el orden proviene del pensamiento racional. Con la experiencia obtenemos representaciones sensibles sin un orden que les dé congruencia, es a través de la razón que tal caos desaparece por medio de las doce estructuras o formas o categorías del pensamiento propuestas por Kant. Por ejemplo al relacionar dos experiencias mediante la categoría de la causalidad, considerando a un hecho como causa y a otro como efecto, estableciendo entre ellos una relación causal.

La conciencia cognoscente, explica el apriorismo, elabora de esta manera el conjunto de sus objetos, sí con base en la experiencia, pero con las estructuras o categorías propias de la razón. Las cuales están presentes de forma inherente a la razón, se encuentran a priori en la razón, es decir, estas categorías no se derivan de la experiencia.

¿Cuál es la esencia del conocimiento?

La propuesta hasta este punto ha sido que el conocimiento es una relación entre el sujeto y el objeto, por lo que la esencial fundamental del conocimiento se observará al discernir los detalles de tal relación. ¿Cuál es el agente activo en tal relación? Está el caso en que el conocimiento se presente a la conciencia como una determinación del sujeto por parte del objeto, pero es necesario considerar que lo correcto sea el caso opuesto, que el objeto sea determinado por el sujeto. ¿Cuál planteamiento o combinación de planteamientos refleja lo que ocurre durante la adquisición de conocimiento?

Los análisis han sido hechos desde diferentes perspectivas. Existen análisis pre-ontológicos, es decir pre-metafísicos, donde no se dice nada acerca del carácter ontológico del sujeto y el objeto, es decir de su existencia trascendental o su permanencia independiente del uno con respecto del otro. Dichos análisis se llaman objetivistas si presentan un punto de vista favorable al objeto, o se llaman subjetivistas en el caso contrario —en un sentido diferente a la posición subjetivista de posibilidad del conocimiento anteriormente mencionada.

Por otro lado, si se considera el carácter ontológico del sujeto y el objeto, entonces contamos con análisis donde se admite la existencia de todos los objetos como entes ideales, es decir puramente mentales, con lo cual estamos en el terreno del idealismo. En la otra dirección contamos, también, con análisis que juzgan que, además de los objetos ideales, existen objetos reales y entramos en el terreno del realismo. A partir de esas posiciones básicas suelen derivarse una variedad de corrientes críticas.

Otra manera de proponer soluciones a la cuestión del sujeto y el objeto es encumbrándose al principio último de todas las cosas, a una idea de lo absoluto, para definir desde ahí la relación entre el pensamiento y el ser. Los análisis de este tipo entran en el terreno de la Teología, mismo que abordaremos en una sesión posterior acerca de la Filosofía de la Religión durante este seminario.

Objetivismo

En Gnoseología, y sin decir nada acerca de la existencia trascendental del sujeto y el objeto, el objetivismo afirma que, en la relación sujeto cognoscente y objeto conocido, el objeto es el que determina al sujeto, que el objeto se presenta a la conciencia como algo acabado, ya definido, y por lo tanto el sujeto recibe de manera pasiva, sin aportar nada, las propiedades del objeto.

Platón fue quien primero propuso que las esencias, la más abstracta concepción de los objetos, permanecen en un estrato suprasensible. Tal estrato contiene la esencia del objeto o substancia real. Desde ahí los objetos proyectan su esencia al mundo sensible. Por medio de la percepción es que captamos tales esencias en el mundo sensible, mientras que la substancia del mundo suprasensible sólo puede ser descubierta por un proceso no sensible de abstracción.

Los elementos básicos de la teoría de Platón se recogen actualmente en la Fenomenología de Edmundo Husserl, la cual se relaciona con disciplinas como las hermenéuticas filosóficas de Martin Heidegger y Hans-Georg Gadamer, y fundan a la hermenéutica bíblica contemporánea. Sin embargo, la Fenomenología no va tan lejos como la teoría platónica. Husserl recupera el estrato suprasensible que contiene a la esencia de los objetos y ahí se detiene, como final del camino; en tanto que Platón avanza incluso hasta atribuir un carácter metafísico a las esencias. La Fenomenología se limita a estudiar y describir el fenómeno del conocimiento humano, sin decir nada acerca del criterio de verdad o de la existencia real de lo descrito. Para el fenomenismo sólo importa la manera en que los fenómenos se presentan ante la conciencia, es decir sólo importan las apariencias sin considerar aquello que causa tales apariencias. El fenomenismo ontológico dice que sólo existen fenómenos, el fenomenismo epistemológico dice que sólo podemos conocer los fenómenos, no podemos conocer los noúmenos, es decir las substancias que producen las apariencias.

Subjetivismo

En Gnoseología, y sin decir nada acerca de la existencia trascendental del sujeto y el objeto, el subjetivismo afirma que, en la relación sujeto cognoscente y objeto conocido, el sujeto es el que determina al objeto, que en el sujeto reside todo el conjunto de principios del conocimiento y que del sujeto depende la verdad del mismo, y por lo tanto el objeto es pasivo en la adquisición de sus propiedades por parte del sujeto.

Al contrastar vemos que para el objetivismo el objeto es el núcleo de todo conocimiento, el estrato objetivo de las esencias es la base sobre la que descansa toda la estructura del conocimiento. En el lado opuesto, el subjetivismo afirma que el estrato de las esencias está en el sujeto mismo pues su acción cognoscente sustenta al objeto. La verdad ya no se fundamenta en el mundo de las esencias suprasensibles, sino en la conciencia del sujeto.

Es importante precisar que esta posición filosófica propone una interpretación particular de sujeto, no como un sujeto individual y concreto, sino como un sujeto de índole superior o suprema. Por lo que, según esta posición, la llave hacia el conocimiento ya no es enfrentarse directamente ante el mundo de los objetos sino conectarse con tal sujeto supremo. El desarrollo del pensamiento neoplatónico en la antigüedad, a partir del filósofo Plotino, ha propuesto lo que en ocasiones se ha dado en llamar el dios de los filósofos. El cual suele ser el referente que este subjetivismo hace de aquel sujeto supremo. Luego, la Escolástica de la Edad Media, con los clérigos Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, y más tarde el idealismo del obispo George Berkeley, hizo coincidir tal interpretación con las nociones de la fe religiosa. El escolasticismo de la Edad Media suele interpretarse como el uso de la Filosofía para defender a la fe religiosa, en particular usando partes del pensamiento aristotélico y el pensamiento neoplatónico. Sin embargo, la amplia adopción de la argumentación racional y la notable actitud filosófica por parte de los campeones escolásticos hacen pensar justo lo contrario, que la fe religiosa fue usada para defender al ejercicio filosófico. La fe religiosa durante la Edad Media dominaba por completo el panorama y las personas crecían adoptando la fe religiosa como parte de su normalidad. Por lo que la Escolástica no necesitaba defender a la religión con la Filosofía, no necesitaba recurrir a la Filosofía para persuadir a las personas y entonces adoptaran la fe religiosa. La Escolástica implicó una adopción de la Filosofía por quienes tenían acceso a ella en la Edad Media, y se valieron de la fe religiosa para justificar tal adopción.

Realismo

En Gnoseología, y haciendo una afirmación acerca de la existencia trascendental del sujeto y el objeto, el realismo afirma que el objeto existe en la realidad y de manera independiente de la conciencia cognoscente, y es el objeto el que determina sus propiedades en el sujeto.

El realismo ingenuo es el realismo del sentido común o acrítico, el cual no conlleva ninguna reflexión crítica acerca del conocimiento, es aquella posición en la cual no existe ningún problema en el conocimiento, ni en la relación del sujeto y el objeto. Tampoco hace distinción alguna entre la percepción, como objeto de la conciencia —la imagen mental—, y el objeto percibido. Mantiene la creencia, con completa convicción, que las cosas son exactamente como las percibe. Ignora que las cosas no son dadas en sí mismas sino sólo como contenidos de la percepción. Identifica la imagen mental con los objetos y se precipita al atribuir a estos las propiedades de aquella.

El realismo natural distingue por separado el contenido de la percepción y el objeto, sin embargo afirma que los objetos corresponden exactamente a los contenidos de la percepción. Para el realismo natural resultaría una tontería suponer la idea de que la sangre no fuese roja o que la azúcar no fuese, realmente, dulce.

El realismo crítico afirma que no todas las propiedades presentes en el contenido de la percepción están en el objeto. Las propiedades percibidas del objeto pueden ser subjetivas —es decir dependen de la conciencia— y surgir como resultado de estímulos externos sobre los órganos de nuestros sentidos que son interpretados como reales por la misma conciencia, pero sin serlo. Adicionalmente, el realismo crítico afirma que el objeto puede poseer elementos causales por los cuales se explique la aparición de las propiedades en la percepción.

Idealismo

En Gnoseología, y haciendo una afirmación acerca de la existencia trascendental del sujeto y el objeto, el idealismo afirma que el objeto no existe por sí mismo, independiente de la conciencia cognoscente y que por lo tanto sólo existen los objetos de la conciencia, como las imágenes mentales y los sentimientos, y los objetos ideales propios de la lógica y las matemáticas.

El idealismo subjetivo, también llamado idealismo psicológico, afirma que toda la realidad se encuentra encerrada en la conciencia del sujeto, que los objetos al dejar de ser percibidos dejan de existir. El vaso con agua en mis manos no es más que un conjunto de sensaciones visuales y táctiles. Un golpe sobre la mesa no prueba nada más que la capacidad de nuestra conciencia para procesar sensaciones táctiles y auditivas.

Hay un idealismo objetivo, también llamado idealismo lógico, cuya postura no me ha quedado clara a la fecha y su investigación ha tomado un boleto y un lugar en la fila de asuntos que tengo por aclararme a mí mismo, cuando le llegue su turno retomaré el punto. Disculpe usted, amable lector.

En compensación, a continuación presento algunas fórmulas del idealismo en general para poder examinar un poco más su pleno sabor:

«Puesto que el espíritu no tiene otros objetos de sus pensamientos que sus propias ideas, es evidente que sólo acerca de nuestras ideas versa todo nuestro conocimiento» —John Locke

«La filosofía más elemental nos enseña que nada puede estar presente a nuestro espíritu si no es una imagen o una percepción» —David Hume

«Es evidente que no podemos sentir fuera de nosotros, sino solamente en nosotros mismos» «Nunca tenemos relación más que con nuestras representaciones. En cuanto a saber lo que pueden ser las cosas en sí, está indudablemente fuera de la esfera de nuestro conocimiento» —Immanuel Kant

Fenomenalismo

El fenomenalismo —posición emparentada con el fenomenismo— es una posición idealista que, partiendo del filósofo alemán Immanuel Kant, afirma que los objetos sólo pueden ser conocidos tal como aparecen y no como son en sí.

En el tema del origen del conocimiento hemos presenciado un encuentro frontal entre el racionalismo y el empirismo. No con menor encono se enfrentan el realismo y el idealismo en cuanto a la esencia del conocimiento. Así también vemos posiciones que intentan mediar, tomando lo tolerable de cada bando y tratando de lograr una síntesis dialéctica. Por supuesto que tal mediación no se sostiene por expresar ingenuamente: “ambas posiciones están bien” o “ni una, ni la otra”, pues esto tan sólo reflejaría una desconsoladora falta de atención a los términos del discurso.

El fenomenalismo es una posición que intenta mediar entre el realismo y el idealismo, por la cual nuestras creencias sobre el mundo material podrían, en general, justificarse y ser ciertas con la condición que su contenido se refiera sólo al orden y características de nuestra experiencia subjetiva. Por lo cual podemos decir, según el fenomenalismo, que conocemos los objetos como se nos aparecen pero no como realmente son, en sí mismos. Coincide con el realismo al admitir la existencia de objetos reales, y también coincide con el idealismo en tanto limita el conocimiento a la conciencia, sin abarcar un conocimiento auténtico de la realidad externa.

El mundo en que vivimos es sólo nuestra conciencia, y no están presentes las condiciones para conocer lo que está fuera de ella, al mundo en sí. No es posible conocerlo prescindiendo de nuestra conciencia y de las categorías o formas a priori de su naturaleza subjetiva. Todo intento de conocer un objeto es traducido en formas o categorías de la conciencia, por lo que no es el objeto en sí lo que tenemos delante, sino que éste se nos aparece, es decir, lo que tenemos delante es un fenómeno.

Las proposiciones generales desarrolladas por Kant son: (1) El objeto en sí mismo es incognoscible. (2) Nuestro conocimiento está limitado al mundo fenoménico. (3) El conocimiento se da en nuestra conciencia porque el material sensible es ordenado de acuerdo a las formas a priori de la intuición y del entendimiento.

La teoría de la material y la forma del conocimiento es uno de los más importantes hallazgos para una vida interior adulta. Para perspectivas adicionales acerca de la teoría de la materia y la forma del conocimiento, ver las obras Lentes de color y Crítica del prejuicio de Raúl Gutiérrez Sáenz.

¿Qué es el concepto y el criterio de la verdad?

El recorrido en esta exposición hasta este punto ha sido muy breve y vemos que ninguna de las posiciones está libre de aspectos problemáticos y de objeciones. Además, se requiere mayor profundidad para formarse una vista de conjunto para contestar preguntas de tal envergadura como qué es la verdad y cuál es el criterio de la verdad. Por lo que pospondremos ese análisis hasta después de abarcar el análisis del ser y de la existencia, es decir de la Ontología General.

Hemos atisbado la manera en que están dadas las condiciones para el ser humano en su búsqueda por el conocimiento. Las posiciones filosóficas han sido diversas, para una mente desatenta podría parecerles disparates filosóficos. Pero los filósofos tan sólo han puesto atención y han notado la condición del ser humano en el asunto. Posiciones como el idealismo no parecen algo tan disparatado cuando examinamos cómo está dado el cimiento biológico y fisiológico de la percepción humana. Los filósofos no inventaron el misterioso proceso por el cual el ser humano adquiere experiencia sensorial, desde las terminales nerviosas que transmiten impulsos eléctricos al sistema nervioso central y de ahí, de alguna manera no del todo clara todavía, a la conciencia cognoscente. ¿No es acaso igual de disparatado afirmar que la realidad es exactamente como la percibimos, mientras que no tenemos manera de atestiguarlo desde el interior de otra conciencia que no sea la propia?

¿Cuál es nuestra manera de saber?

La desarrollo histórico de la Filosofía impone la necesidad de prestar atención a lo ya razonado en el pasado para obligadamente partir desde las condiciones del presente pero contando con ese pasado filosófico aleccionador. El filosofar debe prestar atención a las nuevas condiciones, al momento propicio para plantear de nuevos los problemas perennes de la Filosofía, como lo es el problema del conocimiento.

La manera más fundamentada de saber acerca del mundo natural, de adquirir conocimiento confiable hoy en día, es el modo que tiene esa mezcla llamada Ciencia, resultante de una combinación de racionalismo, empirismo, escepticismo, y realismo. Nuestra exposición anterior contiene referencias que explican esta mezcla a mayor detalle. Las dos piernas sobre las que la Ciencia avanza hoy en día son la teoría y la experimentación. Por otro lado, las preguntas para las cuales no son adecuadas las respuestas próximas de la Ciencia, o salgan de su competencia, han recibido la atención de diversas mezclas o combinaciones de posiciones filosóficas acerca del conocimiento.

El contemplar la diversidad de posiciones filosóficas, y sus mezclas, durante el desarrollo histórico de la Filosofía aporta ingredientes para formar nuestra particular manera de ser, de saber, de actuar; una mezcla personal con matices e ingredientes en diferentes proporciones tal que refleje nuestra esencia como ser humano individual. De cada uno depende que su guiso espiritual —su carácter humano— salga sabroso. ¡Buen provecho!

Fuentes bibliográficas

  1. Teoría del Conocimiento. Johan Hessen. ISBN 970-666-092-5.

  2. Epistemología general o crítica del conocimiento – curso de filosofía tomista. Roger Verneaux. Editorial Herder. ISBN 84-254-0125-9.

  3. Metafísica y Teoría del Conocimiento. Samuel Vargas Montoya. Editorial Porrua.

  4. The Problems of Philosophy. Bertrand Russell.

  5. Crítica de la razón pura. Immanuel Kant.

  6. An essay concerning human understanding. John Locke.

  7. Antimanual de filosofía. Michel Onfray. Editorial EDAF. ISBN 84-414-1425-4.

  8. Introducing Philosophy: A Text with Integrated Readings. Robert C. Solomon. Oxford University Press. 2007. ISBN-10: 019532952X.

  9. Introducción a la filosofía. Dr. José Rubén Sanabria. Editorial Porrúa. 1976. ISBN 970-07-4432-9.

  10. Lecciones preliminares de filosofía. Manuel García Morente.

  11. Lentes de color o cómo amargarse la vida. Raúl Gutiérrez Sáenz. Editorial Esfinge. ISBN 970-782-144-2.

  12. Crítica del prejuicio o cómo jugar con los lentes de color. Raúl Gutiérrez Sáenz. Editorial Esfinge. ISBN 970-782-106-X.

  13. Diccionario de Filosofía. I. Blauberg. Ediciones Quinto Sol. ISBN 968-6136-04-5.

  14. Diccionario de Filosofía. Mario Bunge. Editores Siglo XXI. ISBN 968-23-2276-6.

  15. Diccionario filosófico. Agustín Ezcurdia Híjar. Pedro Chávez Calderón. Editorial Limusa. ISBN 978-968-18-4739-5.

Monday, October 11, 2010

Pensamiento crítico y filosofía de la Ciencia

Nota:
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Contenido

¿En qué punto vamos?

Acotación indispensable

Réplicas a los textos disparadores

El conserje de la percepción

Lo que comparto con Richard Dawkins...

La Ciencia y el pensamiento crítico

¿A qué grado llega mi ignorancia?

Opinar o conocer

¿Qué es la Ciencia?

¿Qué es el pensamiento crítico?

Las emociones y el pensamiento crítico

¿Cómo distinguir a un pensador crítico?

¿Qué es el sentido crítico débil?

¿Cuáles preguntas guían a un pensador crítico?

Filosofía de la Ciencia

¿Qué cuenta como “Ciencia”?

Una luz en la oscuridad

¿Para qué sirve la Ciencia?

¿Cuál es la “unidad mínima de producción” de la Ciencia?

¿En qué estado nos llega la Ciencia hoy en día?

El relato del positivismo lógico y el método inductivo

El relato falsacionista y el método hipotético-deductivo

El relato de la estructura de las revoluciones científicas

El relato de los programas de investigación científica

El relato del anarquismo científico

Fuentes bibliográficas

¿En qué punto vamos?

El ejercicio filosófico incluye reflexionar acerca de la naturaleza del ser, es decir, la contemplación de la existencia en amplitud y en profundidad; es materia de la Ontología General como una de las principales ramas de la filosofía. Otra rama distinguible es la Ética o Filosofía Moral, que se ocupa del análisis de la voluntad y conducta humanas. De estas —y otras— ramas nos ocuparemos más adelante en este seminario. Parte de ese quehacer consiste en analizar lo que se puede conocer acerca del tema de estudio que esté bajo escrutinio. Lo cual nos estimula a nutrir toda clase de preguntas acerca del conocimiento: ¿Qué es el conocimiento? ¿Qué es conocer y cómo eso es diferente de creer y opinar? ¿Cómo puede ser adquirido el conocimiento? ¿Cuáles garantías de certeza puede haber en tal conocimiento adquirido? Es la clase de preguntas que empezaremos a abordar en esta sesión y en la siguiente.

El sustentar la duda filosófica sobre el tema del conocimiento se le ha llamado de varias maneras a lo largo de la historia de la Filosofía, y los debates históricos aportan un ingrediente importante para contemplar mejor el asunto.

Aristóteles reflexionó acerca de las virtudes intelectuales e identificó lo que ahora conocemos como el estudio de la lógica y el razonamiento, que tratamos brevemente en sesiones pasadas. Además, identificó a la intuición profunda como otra virtud intelectual. Ambas virtudes, en complemento, representan las dos piernas intelectuales sobre las cuales la persona puede avanzar en su desarrollo interior, y son las mismas que sostienen y hacen avanzar el ejercicio filosófico, en búsqueda de sabiduría.

En Filosofía, la rama que estudia el conocimiento ha evocado, en general, dos conceptos desde hace como tres siglos: filosofía de la Ciencia y teoría general del conocimiento. Hoy en día estos conceptos tienen cada uno un término asociado, Epistemología y Gnoseología, respectivamente. Sin embargo, en las culturas de habla inglesa el término Epistemología tiende a usarse para indicar la teoría del conocimiento científico, lo cual es equivalente a decir filosofía de la Ciencia. Por otro lado, en culturas latinas la Gnoseología puede remitir un estudio más general del conocimiento y no únicamente el estudio del conocimiento científico. Claro, las partes del debate que no avalan la autenticidad de la Gnoseología han dicho: ¿Qué conocimiento podrían estudiar si todo conocimiento es sólo aquel que la Ciencia ha justificado como tal?

En la presente sesión nos ocuparemos de la Epistemología o filosofía de la Ciencia o teoría del conocimiento científico. La siguiente sesión nos dará oportunidad de buscar una vista de conjunto del estudio del conocimiento, tocando más puntos de los debates históricos acerca de los límites del conocimiento humano y otros cuestionamientos pertinentes.

Acotación indispensable

El presente seminario de introducción a la Filosofía es un proyecto que parte de la curiosidad por entender qué es eso llamado Filosofía y no nace avalado por ninguna institución académica, ni religiosa, ni política. Pretende pertenecer a los individuos, por los individuos, y para los individuos. Por lo que sólo contamos con nosotros mismos, con nuestro propio empuje por la investigación, por la reflexión, y hasta donde nos permita llegar el desarrollo actual de nuestras facultades y posibilidades.

Por tanto, de antemano sabemos que todas nuestras aportaciones —especialmente este texto— estarán incompletas y llenas de agujeros documentales e intelectuales. Se podrán identificar sesgos, manías, y declaraciones tendenciosas, es decir, parciales. En pocas palabras: nuestras aportaciones requieren muchas mejoras de fondo. Eso precisamente nos dará la pauta para regresar a ellas cuantas veces sean necesarias para transformarlas en dirección de esas mejoras. Sin embargo, ninguno de sus defectos nos impide aspirar a ser la comunidad de indagación filosófica que se ha planteado desde el inicio.

Réplicas a los textos disparadores

La preparación para la presente sesión incluyó dos textos disparadores, a continuación algunas ideas adicionales o cuestionamientos a lo ya contenido en cada uno de ellos.

El conserje de la percepción

El texto disparador I: «El conserje de la percepción» nos invita a reflexionar en la posibilidad de que lo que tenemos por realidad se trate de la mezcla resultante de nuestra percepción con la concepción previamente existente en nosotros acerca de un tema dado, una mezcla entre imágenes sensibles y raciocinios previos. Si nos provocó cuestionamientos acerca del contenido de nuestra conciencia y de la proporción que esta guarda entre lo que ya somos y lo que de cierto está afuera de ella, entonces podríamos decir que sirvió como preparación para el tema de la presente sesión.

El estudio psicológico de la disonancia cognitiva ofrece evidencia que exige consideración, pues no hay pocos casos de horrendos disparates cometidos por personas consideradas supuestamente muy inteligentes. El sucumbir a la falacia: “naturalmente, no puede ser que yo esté equivocado, por fuerza entonces, los equivocados son los demás” parece ser más la norma que la excepción. Además, la explicación filosófica que ofrece la teoría de la materia y la forma del conocimiento brinda clara cuenta del porqué de la percepción distorsionante en la neurosis, la cual provoca una existencia miserable y solitaria a quien la padece —que en ocasiones parece ser que somos la mayoría de la población en las ciudades de hoy en día—. Para una explicación de la teoría de la materia y la forma del conocimiento y de su relación con la neurosis, ver las obras Lentes de color y Crítica del prejuicio de Raúl Gutiérrez Sáenz.

Por supuesto que cabe debatir la generalidad de tales explicaciones acerca del cómo se forma nuestro estado de consciencia. De hecho, hoy vamos a contemplar brevemente algunos de los argumentos alternativos típicos en dicho debate. Ninguno está exento de sus dificultades, toca al adulto mental, quien se mantiene aspirando a salir de su analfabetismo filosófico, encarar esas dificultades articulando una concepción proporcionada, justificada y sujeta de mejora, que esté a la altura de la situación.

Lo que comparto con Richard Dawkins...

El texto disparador II: «Lo que comparto con Richard Dawkins...» menciona dos de las posiciones típicas en el debate acerca de la religión: el teísmo y el ateísmo. Ambas posiciones aseguran saber algo con certeza, y, si se considera tan sólo la superficie del debate, se podría pensar que ese algo se refiere al mismo tema y por tanto sólo una posición puede ser la correcta.

De ser así, las implicaciones y consecuencias no resultan triviales para ninguna de las partes ni para los observadores del debate. Por tanto, el asegurar saber algo con certeza requiere presentar mucho más que un apelativo emocional, mucho más que los deseos de tener razón. Por el contrario, proclamarse poseedor de un conocimiento requiere algo que considere, en forma satisfactoria, precisamente esas implicaciones y consecuencias. De otro modo, si dicho conocimiento no explica los casos relevantes, en realidad no está explicando nada y estaría en duda si en realidad es conocimiento. Por ejemplo, el sostener con certeza la existencia de divinidades omniscientes, omnipotentes, omnipresentes y omnibenevolentes no podría quedar justificado si no se presenta también una explicación, por ejemplo, al caso del problema irresoluto del sufrimiento incoherente, especialmente en niños inocentes. Sin dicha justificación no se puede aceptar tal afirmación de conocimiento, a menos que se reformule la afirmación por una que sólo afirme lo que se pueda justificar, que para el ejemplo podría ser abandonar la afirmación de omnibenevolencia. No sin generar nuevos problemas ante las implicaciones y consecuencias de la nueva afirmación de conocimiento. Ahora, ¿cuál podría ser el carácter de tales divinidades ante las condiciones derivadas de la nueva afirmación? Se podrá comprender el porqué de lo intrincado que resultan los argumentos que buscan sostener tales afirmaciones y el porqué de lo arduo, e intenso, de estos debates en el pasado, y en el futuro.

Estos debates, por supuesto, tienen su contexto, por el cual no siempre está claro quién pertenece a cuál lado del debate. Por ejemplo, un ateo niega la existencia de una divinidad, por lo que todo aquel que niegue, digamos, la existencia de Zeus es ateo con respecto a esa divinidad. Claro, ahora algunos dirán saber con certeza que no hay tal Zeus y que ya no hay nadie que defienda su existencia. Pero entonces tanto el ateísmo y el teísmo parecen ser una condición circunstancial y relativa al ambiente cultural del debate. Hoy en día hay quien dice saber con certeza acerca de la existencia de cierta divinidad y, con la misma certeza, declararse ateo con respecto a las demás divinidades, mismas divinidades que son defendidas de igual manera por otros que también se declaran paladines consumados del teísmo.

La credulidad ciega parece ser un común denominador, tanto en el teísmo desinformado como en el ateísmo desinformado. Por lo que ese estado desinformado, la falta de consciencia, las tinieblas intelectuales, el analfabetismo filosófico, son la causa de una religiosidad obsesionada por erigir y glorificar tótems —sean estos divinidades, personajes, o imágenes distorsionadas de la misma Ciencia— que ofrezcan la ilusión de trascendencia, de resultados asombrosos, o la ilusión pueril de tener siempre la razón. La credulidad ciega —en particular los dogmas— induce un estado permanente de desinformación, un estado de ignorancia, desinterés, y apatía por el cual podemos vernos involucrados en atrocidades en contra de la Humanidad y sin habernos percatado de ellas. Un estado de ignorancia no es un estado de inocencia. ¿Cuáles ejemplos pueden ilustrar este punto? En las siguientes páginas en Internet se mencionan algunos: (1) He sido parte de una secta destructiva, (2) Ética y el estado de enajenación.

La Ciencia y el pensamiento crítico

¿A qué grado llega mi ignorancia?

Un estudio del conocimiento podría incluir el análisis de qué es la ignorancia más allá de su acepción común de falta de conocimiento. Lo que se incluye aquí es una caracterización de diferentes grados de ignorancia, propuesta por el escritor Phillip G. Armour.

Phillip G. Armour nos indica que hoy en día la Humanidad cuenta con cinco medios para la conservación de conocimiento: el ácido desoxirribonucleico (ADN), el cerebro, las herramientas materiales (hardware), la lógica computacional en programas de computadora (software), y los libros. Por otro lado, para adquirir conocimiento necesitamos primero estar al tanto de los grados de ignorancia en que estamos para luego adoptar un proceso de adquisición de dicho conocimiento:

Grado 0:

Ausencia de ignorancia. Tengo grado cero de ignorancia cuando he conseguido conocimiento acerca de algo, especialmente si este conocimiento es conocimiento confiable.

Grado 1:

Falta o ausencia de conocimiento. Tengo grado uno de ignorancia cuando desconozco algo.

Grado 2:

Falta de conciencia. Tengo grado dos de ignorancia cuando desconozco que ignoro algo; es decir, cuando no me doy cuenta que soy ignorante acerca de un tema dado.

Grado 3:

Ausencia de un proceso para adquirir conocimiento. Tengo grado tres de ignorancia cuando no cuento con una manera eficiente y adecuada para tomar conciencia de que desconozco, y por tanto no puedo explicar, en qué consiste mi ignorancia; es decir, no tengo manera para caer en cuenta que desconozco que no sé algo.

Grado 4:

Meta-ignorancia. Tengo grado cuatro de ignorancia cuando no sé nada acerca de los cinco grados de ignorancia.

Opinar o conocer

Hay opiniones tanto como hay narices, es decir, cada uno tiene la suya. ¿Cuáles son las condiciones por las cuáles podríamos contrastar dos opiniones cualesquiera, acerca de un tema dado, y obtener un juicio balanceado, justo, imparcial, acerca del valor relativo de una en comparación con el valor de la otra?

Como mínimo requerimos distinguir entre dos tipos de opinión: el primer tipo es una opinión que no tiene otro fundamento más que las ganas o la intención personal de tener razón; a este tipo de opinión suele llamarse una mera opinión. Por otro lado, tenemos una opinión que el individuo ha ido formado, poco a poco, reflexionando y corroborando, desechando ideas y reformulando otras por medio de contrastarlas con la realidad, investigando con ganas de llegar al fondo del asunto y sin detenerse para llegar a donde lo lleve la evidencia, cuestionando las bases de la evidencia que presentan las figuras de autoridad jerárquica y analizando los efectos de aceptar tal evidencia, así también considerando sus propias limitaciones intelectuales y su grado de ignorancia para entonces adoptar un proceso adecuado para adquirir conocimiento que le permita mantener sólo las creencias y opiniones de las cuales pueda formular un soporte. Esas opiniones, las así formadas, son las que yo respeto. Las otras, las meras opiniones, no debo respetarlas, a esas tan sólo las tolero.

El filosofar implica permanecer en una búsqueda por opiniones bien formadas —en especial las que refutan las propias— pues para el filósofo son como joyas valiosas de las cuales aprende mucho pues suelen ser el producto de una mente humilde, curiosa, como la de una niña pequeña que, con completa pureza, quiere descubrir la realidad de su entorno para saber cómo éste es, y no lo pretende ajustar a cómo quiere que sea. En el lado opuesto, las meras opiniones suelen provenir de una mente arrogante y pretensiosa que asume que la realidad debe ajustarse a sus deseos y cree que hay una sola versión del mundo: la suya.

Por tanto, la distinción entre mera opinión y opinión formada depende de la presencia de un soporte adecuado, soporte que puede responder a las preguntas: ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo llegó a esa conclusión? Es decir, alguien con una opinión formada puede presentar el sustento por el cual se justifica la elección que ha hecho por la opinión en cuestión. Un buen soporte para una opinión incluye no sólo evidencias de diversos tipos, sino un proceso demostrable, y verificable por otros, con el cual se llegó a una determinada conclusión. Las opiniones con los mejores fundamentos, que han podido soportar algún tipo de embestida, se les ha llamado: conocimiento. Hay conocimiento que tan sólo ha soportado el paso del tiempo debido a la inercia y la falta de cuestionamiento, también hay conocimiento que ha soportado una gran variedad de pruebas y corroboraciones. De ahí los debates de a cuál de ellos realmente podemos llamar conocimiento, y cuál se puede llamar conocimiento confiable.

La Historia registra varios tipos de conocimiento, cada tipo proviene de una cosmovisión de la realidad. Algunas cosmovisiones fueron mencionadas en una sesión pasada sobre la historia de la Filosofía: el pensamiento mítico, el pensamiento mágico, el místico, el religioso, el filosófico, el científico, son algunos de los principales que definen las cosmovisiones de las cuales provienen diferentes tipos de conocimiento. El filosofar intenta comprenderlos, interrogando sus bases, identificando sus límites, sus costos y sus beneficios.

¿Qué es la Ciencia?

La mayoría de nosotros no ha tenido la oportunidad de estar cerca de alguien que nos explique cabalmente el valor de la Ciencia y sus alcances reales. Muchos, a lo más, hemos escuchado lo que resulta ser una caricatura que proviene más de Hollywood que de los científicos de a pie. Los empleados en los sistemas escolarizados están más preocupados por conservar sus cargos que en el aprendizaje en niños o en adolescentes. Por lo que, amable lector, le exhorto a que no deje de buscar allegarse a una actualizada introducción a la Ciencia, con la que logre entender objetivamente los resultados, los límites, los procesos del conocimiento científico y su evolución.

Algunos textos de introducción a la Ciencia la presentan a menudo un tanto idealizada, como si se tratara de una máquina que procesa hechos y produce verdad, como una máquina inalterable por el prejuicio o el dogma. Algunos autores sobre la Ciencia en su entusiasmo por enfatizar la alegría racional del desarrollo y la comprensión —el potencial ilimitado de la mente humana— a menudo glorifican vanamente a la Ciencia, como si esta actividad fuera radicalmente diferente a todo lo demás que hacen los seres humanos. No sólo es esto una deplorable exageración sino también un golpe bajo a la Ciencia pues como resultado muchas personas se sienten alejadas de la Ciencia. Digámoslo con claridad: la Ciencia es esencialmente una actividad humana y no puede separarse de las implicaciones socioculturales de tal esencia.

Hoy en día entender la Ciencia y el cómo funciona la adquisición de conocimiento científico es tan importante que no lo puedo enfatizar suficientemente, de eso dependerá si llega usted a entender la Naturaleza de la que es parte, en la cual nació y habitará durante toda su vida, incluyendo su propio organismo. De que usted comprenda la idea detrás del conocimiento científico depende si obtendrá una imagen completa y clara de la realidad física a su alrededor, y por tanto, del tipo de perspectivas que lega para la educación de las generaciones de niños que ya lo han estado escuchando —sea que se haya dado cuenta de esto o no—. Niños quienes tienen el derecho de una educación científica, según el convenio sobre Los Derechos de la Niñez. Además de un entendimiento cabal de la Ciencia está en juego si usted podrá adquirir las habilidades para pensar críticamente en el resto de las áreas de su propia vida.

Aquí tan sólo mencionaremos algunos rasgos relevantes de la Ciencia en su relación con el ejercicio filosófico y que resultan indispensables para hacer concretos los resultados del filosofar a nivel personal.

Pero, ¿cuál ciencia? debemos preguntarnos, ¿acaso la que glorifican algunos como si fuese de infalibilidad absoluta? ¿Acaso la de las parodias e imágenes distorsionadas resultantes de una inconsciente vulgarización en los medios de comunicación? ¿Quizá las pseudociencias, como la parapsicología, astrología, metafísica cuántica, ciencia cristiana, frenología, y tantas otras muy auxiliadas por estafadores y charlatanes? Corresponde al individuo concienzudo corroborar las posibles respuestas a estas preguntas. Una actualizada introducción a la Ciencia contendrá, entre otras herramientas, los criterios de demarcación entre Ciencia y pseudociencia —ciencia falsa—, así como una clara explicación de la inexistencia de un método científico universal y ahistórico, tal como el remedo frecuentemente presentado, como si fuese una fórmula o procedimiento fijo y mecánico.

Los conceptos de Ciencia y conocimiento científico son términos recientes, de hace como tres siglos más o menos. Pero la actitud mental y los rasgos del conocimiento obtenido empezaron a formarse desde aquella filosofía natural que fue practicaba por algunos filósofos desde la antigüedad. Aquellos dedicados a proyectos filosóficos para entender el mundo físico y sus hechos observables —también llamados fenómenos— fueron conocidos como los filósofos de la Naturaleza. Ellos son los antecesores de los modernos científicos dedicados a las ciencias naturales —por ejemplo Astronomía, Química, Física, Geología y otras ciencias de la Tierra, Biología y otras ciencias de los seres vivos como la Medicina y la Genética— las cuales cuentan, cada una, con su propia historia.

Las ciencias naturales, por supuesto, mantienen esa esencial actitud mental presente en todas las ciencias y en toda la filosofía: el pensamiento crítico. Las ciencias naturales mantienen dicha actitud mental ante la Naturaleza, las ciencias sociales la mantienen ante la imponente complejidad y diversidad en la raza humana.

Por favor no deje pasar la oportunidad de reflexionar en el contenido del texto en la siguiente página en Internet:

«Una introducción a la ciencia - Pensamiento científico y el método científico»

¿Qué es el pensamiento crítico?

En las sesiones pasadas en este seminario de introducción a la filosofía hemos reflexionado y buscado esclarecer la pregunta acerca del pensamiento crítico. Hemos identificado la importancia capital que tiene tal facultad para el desarrollo integral en un ser humano. Una importancia tal que podríamos concluir que el pensamiento crítico representa el sentido último de la educación. Una educación que, en una acepción amplia, es la que en realidad cuenta como tal, y no la falsa educación con sus inútiles y mecánicas memorizaciones que la hacen semejante a otras formas de adoctrinamiento social.

Una persona con una educación amplia, igual que un científico, es alguien que aplica el pensamiento crítico a los fenómenos —hechos observables— y a los datos que obtiene a partir de la experiencia. Alguien que lee una evaluación crítica y se enoja no está aplicando el pensamiento crítico a los datos, sino que está reaccionando emocionalmente porque dicho examen crítico no se ajusta a su perspectiva de cómo debiera ser el mundo. Esto es una actitud crédula, y no la manera en que una persona educada y un científico debieran reaccionar.

El pensamiento crítico se puede aplicar a la vida en general así como se aplica en los procesos de investigación científica. La Ciencia como acción consiste en dar muy pequeños pasos hacia la adquisición de conocimiento, cada paso es el resultado de la ejecución de un experimento o una corroboración. Cada paso es verificado con datos, así también podemos avanzar para adquirir conocimiento acerca de cualquier tema en la vida en general.

No faltan quienes han decidido que un enfoque científico, dar pequeños pasos verificados con datos, es una manera incorrecta de conocer. Piensan que todo debe ser aceptado tal y como lo dicen las figuras jerárquicas, que nada de lo así recibido debe ser cuestionado y que hacerlo así, sin cuestionamientos, significa “guardar respeto por la autoridad”. No sólo eso, sino que promueven tal actitud ¡como si fuese una virtud! Dicen que tal cosa representa una de las mejores conductas y aportaciones que los individuos puedan tener. No debe sorprender el hecho de que quienes avalan estas ideas son los mismos que ratifican y glorifican la adoctrinante y farsante educación en los sistemas escolarizados, la “capacitación mínima” en organizaciones corporativistas, y el catecismo o “principios básicos” en instituciones eclesiásticas tradicionalistas. Para notas adicionales acerca de educación, ver: Escolarización y educación.

Las ideas acerca del mundo que han sido dictadas y establecidas por autoridades civiles o eclesiásticas pero sin conexión con un proceso de adquisición de conocimiento científico siguen un patrón similar a las ideas y perspectivas de algunos griegos en la antigüedad. Ellos se burlaron de los nuevos experimentos, de los hechos y de los datos emergentes, pues creyeron que la estructura del Universo ya había sido establecida por sus ancestros y no había lugar para la duda. Así que permanecieron creyendo que existían sólo cinco elementos: tierra, agua, aire, fuego, y éter; y que el Universo estaba construido de esferas hechas de estos elementos. Cualquier elemento que saliera de su esfera tendía a regresar a su esfera correspondiente. Por tanto, las piedras (tierra) caían, el humo (fuego) ascendía, etc. Todo parecía tener sentido. Sin embargo, todo resultó equivocado.

Quienes representan a ese tipo de autoridades, y los seguidores acríticos de las mismas, se enojaron cuando supieron del pensamiento crítico de Copérnico, se enojaron cuando leyeron a Galileo. La persona promedio tiende a enojarse cuando se cuestiona su cosmovisión. No hay remedio. Mientras haya suficientes pensadores críticos, las verdades y falsedades de todo conocimiento serán aclaradas, idea por idea.

El pensamiento crítico como actividad intelectual es un tipo de análisis disciplinado que combina la investigación, la consideración del contexto histórico, y la elaboración de juicios equilibrados. Todo sazonado con un sentido amplio de integridad científica.

Las emociones y el pensamiento crítico

Nuestras emociones representan una gran fuente de fuerza o ímpetu para nuestro caminar cotidiano. Conocerlas y saber cómo utilizarlas es parte de conocernos a nosotros mismos. La así llamada inteligencia emocional sirve para hacer que nuestras emociones trabajen para nuestros propios intereses, y para evitar que alguien más intente abusar de nuestra fuerza emotiva a favor de intereses velados y de terceros.

Nuestra fuerza emotiva puede enfocarse como combustible para el estudio intenso y meditación profunda requeridos al aplicar el pensamiento crítico. Nuestras emociones pueden ser guiadas por nuestro interés y nuestra curiosidad para darnos el impulso de seguir evaluando ideas y llegar más a fondo en los asuntos de nuestra prioridad.

Hay un rasgo intelectual indispensable para lograr lo recién mencionado, consiste en la separación de asuntos, del cual el pensamiento científico es un asiduo practicante. Consiste en querer estudiar a fondo un único aspecto de un tema dado, aislándolo temporalmente de los demás aspectos involucrados, en favor de conservar su propia consistencia. Teniendo en cuenta todo el tiempo que, por el momento, nos estamos ocupando de un solo aspecto. Al poner el foco de nuestra atención en un aspecto no significa ignorar los otros aspectos, tan sólo es hacer justicia al hecho de que desde el punto de vista de un aspecto, los otros aspectos son irrelevantes.

Por ejemplo, al discutir un tema que queremos discernir conviene distinguir por un lado a las ideas y por otro lado a las personas que mantienen o se oponen a tales ideas. Pues se consigue muy poco al intentar analizar ambos asuntos simultáneamente. Sin tal separación las personas se sienten bajo examen crítico cuando sus ideas son evaluadas, se sienten atacadas y naturalmente las emociones se inflaman a tal grado que se salen de control entorpeciendo el raciocinio. «Naturalmente» esto es parte de la razón de los conflictos y las guerras, pero «críticamente» tenemos la oportunidad de separar los asuntos y enfocarnos en discutir las ideas por su propio valor relativo, dejando otros asuntos para otro día —por así decirlo.

Desafortunadamente este práctica intelectual de separación de asuntos no forma parte de la idea generalizada de educación hoy en día, esa idea que resulta una farsa o remedo de educación al confundir y equiparar educación con grados académicos en jerarquía, en lugar de equiparar educación con una conducta consciente ética y políticamente. Permanecer miopes ante la diferencia entre ideas y personas nos puede suceder frecuentemente si carecemos de la aptitud del pensamiento científico por separar asuntos para entender mejor un tema. Tropezaremos con esta misma piedra en tanto nuestro sentido crítico no esté desarrollado como para poder encausar nuestras emociones y evitar que empañen nuestro pensamiento.

La falta de educación se hace evidente también en la reacción que se tiene ante las publicaciones que hacen pensadores críticos sobre, por ejemplo, la vida política en un país. El pensador crítico publica el resultado de su análisis del curso real de un país, poniendo bajo examen crítico a las argumentaciones de los políticos en contraste con la evidencia, exponiendo falacias y errores graves en la lógica establecida por el poder político. Una reacción inconsciente típica ante tal análisis se refleja en el comentario:

“Está bien pero, ¿no podría decir algo constructivo de nuestro país?”

La razón por la cual tal comentario es inconsciente es que no refleja un entendimiento del valor del pensamiento crítico. ¡No cae en cuenta que tal análisis es algo constructivo para el país! Para una excelente explicación de esto por favor remítase, amable lector, al artículo por parte de Denise Dresser con título: Llamado a hablar mal de México. Publicado en la edición número 1713 del semanario Proceso, México.

La vida es suficientemente compleja tal que requiere la separación de asuntos para ir entendiéndola, por lo cual sugerir irreflexivamente que el pensamiento científico es un lujo impráctico tira por la borda a los pasajeros junto con el lastre para tratar de salvar al navío: el desorden y las crisis en las que nos encontramos han sido causados precisamente por demasiado pensamiento acientífico. Al parecer, como en otros casos en la Historia, los problemas podrán ir resolviéndose de forma definitiva sólo a base de investigación científica.

¿Cómo distinguir a un pensador crítico?

Todo lo que he dicho hasta ahora puede estar por completo equivocado. ¿Cómo sabe usted, amable lector, que no estoy tratando de hacerle una broma? Le toca a usted juzgarlo, por ejemplo, corroborándolo con otras muchas fuentes. Las meta principal de este seminario es buscar que quienes participamos aprendamos a pensar filosóficamente, es decir, a desarrollar nuestro sentido crítico. Y por tanto, sepamos distinguir el pensamiento crítico del que no lo es.

Lo invito a continuar la reflexión en el texto de la página en Internet referida a continuación, le puede ayudar a mantenerse alerta para distinguir el pensamiento mítico, mágico, místico, religioso —es decir el pensamiento acrítico— por medio de identificar los rasgos principales del pensamiento crítico. El texto, además, refiere una situación del sistema educativo en Estados Unidos de hace como 20 años, y puede servir para contrastar cuánto podría haber cambiado dicha situación y cuánto describe la situación actual en otras partes del mundo:

«Una introducción al pensamiento crítico»

Disfrutemos uno de los párrafos del texto recién referido de Steven D. Schafersman:

“Los seres humanos estamos condicionados desde el nacimiento a seguir las figuras de autoridad y a no cuestionar sus pronunciamientos. Tal acondicionamiento es llevado a cabo por los padres y maestros usando una amplia variedad de técnicas de refuerzo positivo y negativo. La mayoría de los individuos llega a la edad adulta en esta forma condicionada. El resultado de tal acondicionado es la antítesis de la investigación científica y el pensamiento crítico: individuos carentes tanto de la curiosidad como de las habilidades para realizar investigación independiente para descubrir conocimiento confiable. El individuo que piensa de manera crítica puede pensar por sí mismo: puede identificar problemas, recopilar información pertinente, analizar información de una manera apropiada, y llegar a conclusiones fiables por sí mismo, sin depender de otros para que lo hagan por él. Este es también el objetivo de la enseñanza de la Ciencia. El pensamiento crítico permite afrontar y comprender la realidad objetiva obteniendo conocimiento confiable sobre el mundo. Esto, a su vez, permite ganarse uno la vida de mejor manera, lograr éxito en la vida, resolver mejor los problemas de la vida y reconciliarse con la existencia, la mortalidad y el Universo. Si una persona es más feliz contando con conocimiento confiable y viviendo en la realidad objetiva, en lugar de vivir en la ignorancia y conservando creencias falsas o poco confiables, entonces esto es tan buena razón como cualquiera para la enseñanza y el aprendizaje de pensamiento crítico.”

¿Qué es el sentido crítico débil?

Al considerar alguna cuestión en un tema que tenga especial importancia personal, digamos, la justicia, la niñez, la libertad, la religión, la salud, la Ciencia, etcétera, solemos estar listos para defender nuestra posición, probablemente por buenas razones. Incluso podríamos estar preparados con las herramientas de la lógica y la retórica para defender dicha posición, pero si no partimos de la intención de evaluar nuestra posición, no podemos decir que estamos aplicando el pensamiento crítico en su sentido completo. El uso parcial del pensamiento crítico se le ha llamado sentido crítico débil. ¿Por qué débil? Pues porque es un pensamiento despreocupado del avance hacia la virtud o la verdad —lo cual es una búsqueda sin fin—. Su propósito parece ser el resistir o aniquilar opiniones y razonamientos diferentes al propio. Un sentido crítico débil concibe a la dominación y a la victoria sobre quienes desacuerdan como su objetivo último. Por eso echa por tierra aspectos esenciales del sentido crítico completo, como lo son el ímpetu progresivo y de desarrollo continuo del potencial humano.

El pensamiento crítico completo requiere ser aplicado a toda afirmación de conocimiento, incluyendo las nuestras. La manera de protegernos contra el autoengaño y el conformismo es por medio de evaluar críticamente nuestras propias ideas y las bases sobre las que partimos. El riesgo de cometer graves errores aumenta al tomar el camino fácil y “práctico” de mantenerse en las creencias populares que muchos adoptan sin suficientes bases. El pensamiento crítico completo puede ayudar a disminuir o evitar dicho riesgo.

La Humanidad ya ha sido advertida, desde hace mucho tiempo, de lo vano de un conjunto de opiniones acumuladas sin la ayuda del pensamiento crítico completo:

“Aquel que sólo conoce su lado de un caso conoce muy poco de dicho caso. Sus razones pueden haber sido buenas, y nadie puede haber sido capaz de refutarlas. Pero si él mismo es igualmente incapaz de refutar sus razones desde el lado opuesto entonces no tiene justificación para preferir ninguno de los dos lados” —John Stuart Mill

Si hacemos un buen trabajo en pensar críticamente, con toda su amplitud, tenemos la oportunidad de entender diversas alternativas sobre un asunto y, después de evaluarlas, podríamos elegir la que más represente la autenticidad de nuestro ser. De una elección así es que puede uno sentirse orgulloso.

¿Cuáles preguntas guían a un pensador crítico?

El contenido de algún tema de nuestro interés necesariamente está hecho de ideas. Por ejemplo, en filosofía moral se podría debatir la idea sobre si una familia de esclavos tiene mejores condiciones para ser feliz permaneciendo como propiedad de su amo, bajo la premisa de su utilidad material, contando con cobijo y alimento seguro, pero también bajo un severo yugo; o si contar con su libertad ofrece las condiciones para llegar a ser realmente feliz, corriendo por su cuenta el aprovisionarse tanto de seguridad como alimento y cobijo. El ejemplo puede parecer exagerado y anticuado pero cabe preguntar ¿cómo llegamos a saber de las condiciones reales de esclavitud como para poder contrastarlas con las condiciones actuales en los ambientes laborales, nos informó Hollywood o el estudio de la Historia?

Entonces, ¿por qué se debería aceptar o rechazar cualquiera de las dos ideas mencionadas en un debate sobre la esclavitud y la libertad? Los pensadores críticos encuentran satisfacción cuando saben por qué decir “no” a una idea u opinión y también al conocer por qué tal respuesta es apropiada. La satisfacción no viene de aceptar o rechazar la idea, sino de saber ese porqué. No falta quien al escuchar una idea diferente a la propia, diga “bueno pero eso sólo es tu opinión” y el no coincidir con su idea lo considere como la razón para rechazarla. Un pensador crítico, por el contrario, no le importa de quién es la idea sino que se ocupa de evaluarla para saber si es una buena idea. Equipado con las herramientas de la Lógica y las preguntas propuestas a continuación usted puede experimentar la satisfacción de saber por qué determinada idea es buena o por el contrario resulte ser un disparate:

Pregunta crítica

¿Por qué hacer la pregunta?

¿Cuál es la situación y la conclusión?

Una evaluación crítica puede iniciar al haber identificado primero cuál es el problema o asunto en discusión, así como la conclusión propuesta en espera de ser aceptada.
Es decir, se necesita identificar al menos una inferencia, de otro modo, no habría sobre qué aplicar el pensamiento crítico.
Las meras opiniones, sin soporte, ni siquiera merecen la atención de un pensador crítico.

¿Cuáles son las razones?

La conexión entre la situación y la conclusión debe contar con un soporte, en forma de razones y evidencias.

¿Cuáles palabras o frases son ambiguas?

Identificar significados alternos que debiliten la estructura del argumento es motivo para rechazar la conclusión.

¿Cuáles son los conflictos de valores y las suposiciones?

Una evaluación crítica estaría incompleta si sólo considera las razones en un argumento. Identificar el sistema de valores y los supuestos del contexto juega parte importante para aceptarlo o rechazarlo.

¿Cuáles son las premisas o suposiciones descriptivas?

Sólo es aceptable una conclusión si las razones presentadas llevan realmente a dicha conclusión, es decir si las razones son relevantes para la conclusión.
Una suposición prescriptiva presenta una idea en términos del debiera ser.
Una suposición descriptiva presenta una idea en términos del así es.

¿Hay alguna falacia en los razonamientos?

Si una premisa es un error de razonamiento —una falacia— entonces la conclusión es inaceptable en términos de tal premisa. Si no hay otras premisas que sean buenas razones, entonces la conclusión deberá ser rechazada.

¿Cuán buena es la evidencia?

El tipo de evidencia —intuición, apelativos autoritarios, testimonios, estadísticas, hechos, etc.— presentada determinará si una premisa puede ser aceptada, y por tanto, si ofrece buen soporte para aceptar la conclusión.

¿Hay causas alternativas y opuestas?

Aceptar una razón como la explicación de un problema o suceso dependerá de que dicha razón sea la mejor entre una posible diversidad de razones alternativas u opuestas.

¿Los antecedentes presentados corresponden o son engañosos?

Los datos estadísticos, o información antecedente, podrían estar siendo sujeto de abuso, como frecuentemente sucede, y presentar tal evidencia fuera de su propio contexto es motivo para rechazar una conclusión.

¿Qué información relevante ha sido omitida?

Quien carece de integridad científica busca que los demás acepten sus conclusiones presentando sólo la información que conduzca a dicha aceptación, omitiendo hechos importantes que al ser presentados, muy probablemente su conclusión sería rechazada.

¿Cuáles son las posibles conclusiones razonables?

Finalmente, para aceptar o rechazar una conclusión hay que detenerse a contemplar otras posibles conclusiones, igualmente razonables.

Filosofía de la Ciencia

La Ciencia no siempre tiene todas las respuestas, si alguien cree que sí las tiene es porque tendrá una imagen distorsionada, religioso-dogmática, de cómo en realidad funciona la Ciencia. Los científicos practicantes, aquellos que son conscientes de lo majestuoso en la realidad a su alrededor, son los primeros en reconocer los límites del conocimiento científico. Pero aun en la comunidad científica se pueden ver casos de dogmatismo absoluto, por eso la labor filosófica es indispensable para alimentar al progreso de la Ciencia misma, no sólo en su misión principal de obtener conocimiento confiable, sino en el progreso y esclarecimiento de sus bases mismas. Esa es la labor de la filosofía de la Ciencia. La presente sesión servirá como preámbulo a los debates filosóficos acerca de la Ciencia y sus pretensiones de certeza, mismos que continuaremos revisando en la siguiente sesión, que también está dedicada a los cuestionamientos acerca del conocimiento en general.

¿Qué cuenta como “Ciencia”?

De acuerdo con Mario Bunge, Lee Smolin, y otros, lo que cuenta como Ciencia —del latín Scientia: conocimiento, saber— al día de hoy son dos cosas: (1) el conocimiento confiable producto de la investigación científica, y (2) el sistema conceptual y social que conforma la comunidad científica internacional, quienes han convenido en seguir determinadas pautas éticas para conducir la investigación científica. La Ciencia hoy requiere que incluso los centros de investigación científica más aislados estén al día con la lectura de los resultados —la corroboración o refutación de teorías e hipótesis— del resto de la comunidad.

La Ciencia también es vista como dos cosas: una manera de pensar —la del pensamiento crítico aplicado al mundo natural— y el resultado de hacerlo —el conocimiento científico—. De aquí se desprende la importancia de ubicar a la Ciencia, y sus resultados, en su debido contexto, el cual es la Naturaleza, el mundo natural. La Ciencia no tiene una opinión formada ni posición alguna sobre el mundo sobrenatural, pues no es su campo de competencia. Términos como alma, mente, o espíritu —en el sentido que excede a los términos de la Naturaleza— no son términos científicos. El conocimiento sobre el mundo sobrenatural se intenta abordar desde otras cosmovisiones y desde otro tipo de conocimiento. Pero incluso allá, lo que cuenta como conocimiento es aquello que tenga alguna forma de soporte para serlo, y no meras opiniones.

Una luz en la oscuridad

La Ciencia no es una fuente sólo de bendiciones y bienestar, también a través de la ella se han cometido terribles atrocidades en contra de las personas, por ejemplo la capacidad de construir y detonar artefactos de enorme fuerza destructiva. Como herramienta de conocimiento nos ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea pero las implicaciones de su uso, y abuso, sigue perteneciendo al campo de la reflexión ética y política. Por eso es indispensable que quienes tomen decisiones al respecto cuenten con un entendimiento cabal de la Ciencia, desde la madre que lleva o no a su hijo a ser vacunado, hasta los legisladores y mandatarios cuyas decisiones en materia de salud o armamento afectan a miles de personas.

Un entendimiento cabal de la Ciencia incluye comprender sus alcances y sus límites. Por lo que indicar sus límites no cuenta en contra de la Ciencia, al contrario, sirve para saber usarla adecuadamente.

"Una cosa que he aprendido en una larga vida: que toda nuestra Ciencia, medida contra la realidad, es primitiva e infantil –y sin embargo, es lo más preciado que tenemos" —Albert Einstein

¿Para qué sirve la Ciencia?

Los objetivos de la Ciencia cubren un amplio, complejo, y diversificado terreno que abarca el explicar, predecir, describir, y controlar nuestro entorno natural. El explicar contesta preguntas por qué acerca de la Naturaleza. El predecir busca alinear nuestras expectativas con el comportamiento de la Naturaleza. El describir consiste en responder preguntas del qué y el cómo. El controlar intenta intervenir para alterar el curso de los eventos naturales en la dirección deseada.

Estas metas pertenecen a diferentes categorías superpuestas. Las metas teóricas y cognitivas —describir, predecir y explicar— buscan caracterizar y ofrecer relatos inteligibles de la Naturaleza. Las metas prácticas y manipulativas —predecir y controlar— se preocupan de guiar nuestras acciones, dirigir nuestras expectativas, y lograr un control sobre nuestro ambiente para poder realizar nuestros asuntos. Las metas teóricas y cognitivas se relacionan con nuestro papel de espectadores de la Naturaleza, tratan con lo que la Ciencia nos permite decir acerca de ella. Las metas prácticas y manipulativas se relacionan con nuestro papel como participantes activos en la Naturaleza, tratan con lo que la Naturaleza nos permite hacer con ella.

¿Cuál es la “unidad mínima de producción” de la Ciencia?

Todo el esfuerzo científico está dirigido a formular su “producto terminado” —aunque no final—en forma de una teoría científica. Una teoría científica representa la síntesis de todo lo contemplado durante el sofisticado esfuerzo de la investigación sistemática que la produjo. Desde el punto de vista científico, una teoría es lo que merece el término: conocimiento.

La teoría es la unidad básica de conocimiento científico. Sin no hay teorías, no hay Ciencia. Por lo que una teoría científica representa el punto más cercano a la realidad al que la Ciencia ha podido llegar referente a un aspecto dado de la Naturaleza. Una teoría científica es una mirada hacia la realidad, una perspectiva congruente, integral, consistente, de lo que hasta ahora se conoce. Una teoría es lo que aporta el poder explicativo, descriptivo, predictivo y de control a la Ciencia. Ningún conjunto de hipótesis o leyes dispersas puede aportar tal potestad.

El lenguaje popular utiliza la palabra “teoría” como sinónimo de creencia infundada, suposición o hipótesis no corroborada, como una conjetura idealizada que no tiene relación con la realidad o con la práctica concreta. Mientras que el lenguaje científico utiliza la misma palabra para referirse a lo más cercano a la realidad con lo que contamos sobre un aspecto de la Naturaleza.

Por lo que la reflexión en la filosofía de la Ciencia gira no sólo sobre cómo se forman las teorías científicas en la actualidad, sino también cómo ha ocurrido su desarrollo en la historia de la Ciencia, y más importante, cómo se han llegado a refutar y desechar las teorías en el pasado. Eso ofrece una vista de conjunto acerca del devenir de las teorías que hoy se consideran plausibles y de sus posibles rumbos hacia el futuro.

¿En qué estado nos llega la Ciencia hoy en día?

La historia de la filosofía de la Ciencia ayuda a contestar esa pregunta, con ella nos enteramos de la diversidad de relatos que tratan de ofrecer una explicación general de qué es la Ciencia y qué cuenta como conocimiento científico. En turno, cada explicación general daría cuenta de la manera en que se ha desenvuelto el progreso científico a la largo de su historia. Sin embargo, en el desarrollo histórico hasta Imre Lakatos y otros, tal explicación general no ha sido posible pues las logradas hasta ese punto no dan una cuenta satisfactoria que incluya una descripción que explique un patrón distinguible con el cual se pueda decir cuál es el método universal del desarrollo científico, si es que existe tal patrón universal. Ese patrón sería la parte esencial de lo que conocemos como Ciencia y por lo tanto sería lo que se busque en aquello que se llame “científico” para contrastarlo y corroborar que, en efecto, se trate de Ciencia. Un patrón único haría posible verificar la presencia de sus características y se podría evaluar cualquier proceso dado que proclame haber generado conocimiento científico. Pero no se ha podido identificar ese patrón único hasta este punto en la historia de la Ciencia. Todos los relatos epistemológicos de la Ciencia no están exentos, cada uno, de sus problemas y no logran caracterizan de forma definitiva todos los que ahora se reconocen como progresos científicos. Mencionemos someramente, en orden cronológico, algunas de las perspectivas clásicas analizadas en la filosofía de la Ciencia:

El relato del positivismo lógico y el método inductivo

Las bases de la certeza del conocimiento científico, según este relato, son la experiencia perceptual de fenómenos —también llamados hechos observables— y la verificación por medio de la experimentación. La observación cuidadosa permite establecer relaciones entre estos fenómenos tal que las regularidades contenidas en la Naturaleza se pueden descubrir y describir. Éstas relaciones entre fenómenos deben presentar determinadas características para poder ser relevantes para la Ciencia: deben ser necesarias, constantes, y generales. Un sistema tal de relaciones constituye una ley científica, es decir una ley de la Naturaleza. En el siguiente nivel de abstracción, un sistema de leyes relacionadas forma una teoría científica.

Un problema con este relato de la Ciencia radica en la debilidad de una de sus premisas principales pues no se sostiene después de someterla a mayor escrutinio. Tal premisa consiste en que los hechos observables ocurren antes de la formulación de las teorías —los hechos son el punto de partida de la cadena lógica que termina en la formulación de las teorías— y estos hechos son percibidos por el observador en una forma objetiva e independiente del trasfondo teórico previo. Pero esto no ocurre en la extensión en que este relato de la Ciencia lo asume. Para ilustrar esto de una manera simple y observacional pondremos el caso de la siguiente figura:

perception

Los rayos de luz visible podrían estar impactando de una manera idéntica sobre la retina de dos observadores independientes y aun así su percepción resultar ser por completo diferente. La interpretación de uno de ellos podría describirse como una vista superior de una escalera, donde se observa la superficie de los escalones donde se colocan los pies al subir o bajar. El otro observador podría describir una vista inferior de una escalera, donde se observa la superficie de los escalones que queda por debajo de donde se colocan los pies. Incluso usted mismo puede alternar entre ambas percepciones por medio de invocar el cambio en su propio cerebro, sin que ocurra cambio alguno en sus ojos ni en la imagen externa. Por lo que la experiencia perceptual no parece entregarnos la objetividad que suele asociarse a los sentidos. La percepción sensorial tiende a ser muy subjetiva.

El empleo de instrumentos que permitan solventar las limitaciones de nuestros sentidos no hace que la situación mejore, tan sólo la transfiere a la interpretación que el observador haga sobre los datos que el instrumento le ofrece. Es decir, la interpretación de las imágenes o los datos que ofrecen los instrumentos como el microscopio, el telescopio, el sonógrafo, los rayos X, etc., están sujetas del conocimiento previo que tenga el observador para saber qué es relevante como información para el caso y qué tan sólo representa ruido en los datos. En otras palabras, para interpretar el resultado de los instrumentos necesitamos contar previamente con una teoría que nos guíe hacia dónde observar y cómo encontrar lo relevante al caso. Así pues, no se cumple que los hechos observables ocurran antes de las teorías, por el contrario, dependen de ellas. Esto también se comprueba al considerar la interpretación de un miembro de una tribu africana, quien no cuenta con el concepto de “escalera” antes de observar la misma imagen. Su percepción es por completo diferente a las otras pues también ocurre influenciada por un conocimiento preexistente, en este caso diferente al conocimiento preexistente de las otras.

Un aspecto adicional de lo problemático al intentar lograr teorías científicas a partir de los hechos observables es que pueden apoyar explicaciones equivocadas. Es el caso de lo directamente observable al dejar caer un objeto desde una torre muy alta. El objeto cae cerca de la base de la torre, a una distancia de la torre similar a la distancia en que fue soltado. Este hecho apoyaba la teoría de los opositores de Galileo, los que afirmaban la inmovilidad de la Tierra. Pues si la Tierra se moviera entonces el objeto llegaría al suelo a una distancia mayor, más separada de la torre, debido a que la torre se movería junto con la Tierra mientras el objeto descendía. Por lo tanto, la Tierra no estaría en movimiento basándose en los hechos observables. Fue necesaria una perspectiva más amplia del asunto, fue necesario considerar lo que después se llamaría la Ley de inercia de Newton para integrar una explicación del movimiento de la Tierra consistente con los hechos observables.

Además, el uso de un instrumento como el telescopio para obtener hechos observables adicionales acarreó sus propias complicaciones, pues Galileo no contaba con una teoría científica con la cual pudiera justificar su interpretar de tales observaciones. Era posible corroborar la interpretación hecha sobre objetos como la bandera de un lejano navío o lo escrito en un letrero a gran distancia, pues el navío eventualmente llegaba a puerto o alguien podía caminar hasta el letrero y contrastar la interpretación de lo observado con el objeto mismo. Pero no era posible tal corroboración en el caso de las observaciones hacia el firmamento, por lo cual tales hechos observables no contaron, para Galileo, con la enorme relevancia en la formulación de su teoría como el positivismo lógico pretende mostrar.

Por otro lado, el empleo de inferencias inductivas que identifiquen ciertas regularidades en la Naturaleza y pretendan elevarlas al estatus de “leyes científicas” son en realidad generalizaciones empíricas formuladas en términos observacionales que difícilmente cuentan con el soporte para sustentar su afirmación de certeza más allá de su muy particular contexto. Un ejemplo trivial pero ilustrativo es el caso de la generalización que se basó en que todos los cisnes observados eran de color blanco. Bastó una sola observación de un cisne negro para refutar tal generalización. La tarea para justificar una generalización a partir de los hechos resulta de formidables proporciones, dada la capacidad de la Naturaleza para asombrarnos. Como es el caso de la generalización, no tan trivial, de que todos los líquidos fluyen hacia abajo al verse refutada por el descubrimiento de que los líquidos sobre-fusionados* fluyen hacia arriba. La Naturaleza se comporta en ocasiones de manera sorprendentemente elusiva y no parece estar obligada a seguir las leyes que la Ciencia quiera imponerle.

*Sobrefusión es el proceso de refrigeración de un líquido por debajo de su punto de congelación, sin que se convierta en sólido.

El relato falsacionista y el método hipotético-deductivo

El conocimiento científico no tiene, entonces, su principio en los hechos observables como el positivismo lógico y el método inductivo han sugerido. Las aspiraciones para obtener una potencial certeza con el conocimiento científico, así planteado, necesitan mejores bases epistemológicas; es decir, se necesita una mejor respuesta a la pregunta ¿Cómo lo sabe? —¿Cómo llegó a, y cómo fundamenta, su conclusión? Identificar una regularidad en la Naturaleza no es suficiente para establecerla con certeza como verdad inmutable que explique, en tono definitivo, incluso todos los posibles casos observables en el futuro —como lo indica el ejemplo de los líquidos sobre-fusionados mencionado anteriormente.

La filosofía de la Ciencia busca entender por qué se afirma que el conocimiento científico tiene un estatus especial sobre otros tipos de conocimiento. Qué sostiene tal afirmación, es la pregunta que ocupa a los filósofos de la Ciencia. Por ejemplo, si confrontamos dos explicaciones acerca del origen y naturaleza de los terremotos, una por parte de un nigromante y otra por parte de un científico, el filósofo de la Ciencia tratará de analizar cada explicación valorando la solidez de la argumentación por sí misma, tratando de distinguir claramente las características que soportan una explicación más que la otra, y verificando que tal soporte corresponda a lo que propiamente se llama Ciencia. En otras palabras, el filósofo de la Ciencia busca un criterio para demarcar claramente las teorías científicas de aquellas que no lo son. Sin ese criterio, no hay diferencia entre Ciencia, nigromancia, ocultismo, mitología y superstición.

Una teoría científica podrá distinguirse si es expresada de una manera tal que pueda verificarse que no refleja la realidad y por tanto está equivocada. Es decir, una teoría científica nunca puede llegar a confirmarse, tan sólo puede llegar a refutarse. La explicación de Ptolomeo acerca de los cuerpos celestes nunca se confirmó como la verdad inmutable. Fue refutada por el modelo heliocéntrico de Copérnico. A su vez, la explicación copernicana del movimiento retrogrado de los planetas usando epiciclos nunca se confirmó sino que fue refutada por las órbitas elípticas propuestas por Kepler. La mecánica de Newton no permaneció inmutable e incorregible pues la teoría de la relatividad de Einstein explica todo lo que explica Newton y muchos más casos que Newton no pudo explicar.

Por tanto, una teoría científica se distingue como tal al indicar las condiciones en las cuales deja de serlo. Por ejemplo, Albert Einstein predijo, basado en su teoría de la relatividad, que la luz sigue una trayectoria curvada en la cercanía de campos gravitacionales de cuerpos masivos. Por lo que las estrellas observables en la vecindad del Sol se observarían en posiciones diferentes a las usuales durante un eclipse solar. La eclipse solar de 1919 dio oportunidad de verificar la predicción. Sin embargo, pudo ser el caso de que las estrellas vecinas se observaran en sus posiciones habituales, en tal caso quedaría refutada la teoría de la relatividad. La teoría de la relatividad no ha sido confirmada como cierta tan sólo está en espera de ser refutada, lo cual no ha sido posible todavía pues se han verificado exitosamente sus predicciones a la fecha —hasta que sea superada por una mejor teoría en los siglos y siglos por venir—. Las teorías científicas lo son pues —considerando deductivamente sus conclusiones lógicas— toman riesgos al predecir fenómenos que puedan ser corroborados experimentalmente y cuyos resultados sirvan para falsarlas, es decir, refutarlas.

Una teoría científica se distingue por su poder explicativo y predictivo. Si una teoría B, por alocada que sea, explica y predice todos los casos de otra teoría A, y además explica y predice casos adicionales que la teoría A no puede explicar, entonces la teoría B está más cerca de la realidad que la teoría A. La teoría A debe ser descartada, o puede ser modificada en la teoría A' y pasar nuevamente por un riguroso, amplio, y estricto proceso experimental. La creatividad juega un papel muy importante en el avance de la Ciencia, pues una amplia gama de conjeturas y un proceso experimental continuo para falsar o refutar tales conjeturas permite una aproximación continua a la realidad científica. El científico falsacionista prefiere el progreso continuo en lugar de pretender haber llegado a la verdad.

El desarrollo de la Epistemología o filosofía de la Ciencia no cuenta, aun hoy, con un relato que realmente pueda sostener una pretensión de certeza. No hay conocimiento absoluto, sólo conjeturas sujetas de mejora. El conocimiento científico no puede sostener una pretensión de certeza, no con las bases epistemológicas formuladas hasta el día de hoy. Esto es parte de las conclusiones a las que llegó el relato falsacionista y el método hipotético-deductivo.

El relato de la estructura de las revoluciones científicas

El devenir histórico de la Ciencia, según este relato, ocurre en dos posibles modos: evolucionario y revolucionario. En el modo evolucionario ocurre la ciencia normal mientras que en el modo revolucionario ocurre la ciencia en crisis. Ambos modos transcurren en etapas históricas sucesivas, una tras otra alternativamente. La ciencia normal se enmarca en una estructura teórica de conceptos establecidos e incuestionables que sirven como el estándar para evaluar qué es Ciencia y qué no lo es. Tal estructura de conceptos establecidos se le conoce con el nombre de paradigma. Las investigaciones científicas buscan desarrollar el conocimiento científico dentro de su correspondiente paradigma, y no pueden trascender fuera de él. Por otro lado, en el modo revolucionario los científicos empiezan a cuestionar los conceptos o presuposiciones del paradigma en el cual se encuentran inmersos debido al creciente número y frecuencia de anomalías en tales presuposiciones. Inicia una etapa de ciencia en crisis. En esta etapa la comunidad científica se encuentra en tumulto, los debates y controversias llegan a tal tono que reflejan un estado inquisitorial donde los ortodoxos del paradigma actual denuncian a los herejes del naciente paradigma. Así, reconocidos cirujanos pronunciaban sus escandalizadas opiniones: “¡Es una ficción ridícula!” en contra de la teoría de los gérmenes durante la época de Luis Pasteur.

Una nueva teoría científica no se establece por medio de convencer a sus oponentes, quienes expresan su cambio de opinión, sino porque tales oponentes gradualmente mueren y una generación más joven crece familiarizándose con tal teoría —sugirió Max Planck, físico alemán y premio Nobel, que fue el iniciador de la teoría cuántica.

Un análisis histórico nos provee de diferentes rasgos del desarrollo científico, existen dos rasgos en oposición que merecen especial atención. Primero, una impaciencia por hacer todo lo posible para traer a la mesa de trabajo las ideas previas de otros pensadores acerca del tema en cuestión, tal que el trabajo nuevo pueda estar basado sobre argumentos sólidos y premisas bien fundadas. Segundo, en la esencia de una actitud científica está la constante disposición para refutar creencias actuales, para refutar nuestros propios puntos de vista, una inexorable tendencia por desconfiar de argumentos autosuficientes; esto es, poner nuestras conclusiones bajo las más severas y despiadadas condiciones posibles de prueba. ¿Por qué? Kenneth Boulding sugiere: “El conocimiento se incrementa no por la coincidencia de imágenes mentales con el mundo real (que Hume apuntó como imposible), esto es, no por la percepción directa de la verdad, pero por una tendencia implacable hacia la percepción del error. Esto es tan cierto para el conocimiento vernáculo como lo es para la Ciencia".

La combinación de esos rasgos —racional y escéptico— son parte de lo requerido para el progreso científico, esto es, para la acumulación de conocimiento confiable acerca de un tema dentro de la competencia de la Ciencia (el mundo natural). Los filósofos de la Ciencia han factorizado esas actitudes de la Ciencia y las han puesto a disposición de otras disciplinas para que puedan también avanzar el conocimiento de sus campos de una manera rigurosa y confiable; por ejemplo, ciencias sociales como la sociología, economía, antropología —la cual incluye a la antropología física, arqueología, etnología, y la lingüística—, ciencia política, y otras.

Los procesos adaptativos del desarrollo científico implican tal modo dual de conducta en sus practicantes, en particular para salir de situaciones intelectuales similares a un callejón sin salida. Son los modos Evolucionario y Revolucionario, el primero se refiere de forma amplia a un estilo de pensamiento que busca la verdad profundamente en una sola dirección por medio de ciertas especializaciones y el segundo significa un estilo de pensamiento que extiende la perspectiva por medio de ciertas generalizaciones; los rasgos se ilustran como sigue:

Modo evolucionario

Modo revolucionario

Artesanos

Videntes

Jugadores en equipo

Independientes

Normales. Evolucionistas.

No comunes. Revolucionarios.

Escaladores técnicos, ingenieros.
Alpinistas que conquistan problemas complejos.

Viajeros. Exploradores. Filósofos.

El relato de los programas de investigación científica

Imre Lakatos, y otros, han propuesto la idea de la metodología de los programas de investigación científica en la cual se intenta aliviar lo problemático en los relatos falsacionista y de las estructuras de las revoluciones científicas. Un programa de investigación científica tiene similitudes con el concepto de paradigma anteriormente mencionado, con la diferencia que un programa de investigación no tiene la amplitud panorámica de un paradigma en todo el ámbito científico de una época determinada. En un programa de investigación científica las teorías pueden perdurar, al menos en parte, a través de varios programas de investigación, a diferencia de un paradigma donde las teorías son por completo reemplazadas por las teorías de un nuevo paradigma emergente al ocurrir un cambio de paradigma.

Un programa de investigación científica representa un intento por avanzar el conocimiento científico en una dirección en particular. Para lograr tal avanzada el planteamiento consiste en primero identificar el conjunto de conceptos más fundamentales dentro del programa de investigación, y a tal conjunto denominarlo el núcleo principal, el cual es protegido por medio de una posición dogmática provisional. Además, se identifica otro conjunto de conceptos, menos fundamentales para el programa, que funcionen como un cinturón protector del núcleo principal. Esta parte del planteamiento guarda considerable similitud con el modo en que opera la ciencia normal dentro de un paradigma en el relato de las estructuras de las revoluciones científicas.

Por ejemplo, el programa de investigación de Newton en la física del siglo dieciocho tiene como núcleo principal a las tres leyes del movimiento y a la ley de gravitación. El cinturón protector del pensamiento newtoniano sufrió cambios durante el desarrollo del programa de investigación, conceptos acerca de la materia, perspectivas acerca de la estructura del Universo, e instrumentos matemáticos empleados para enlazar el núcleo principal a los hechos observables. El programa de investigación de Darwin en la biología del siglo diecinueve incluía un núcleo principal que afirmaba que las diferentes especies biológicas están ligadas por descendencia y forman uno o un número escaso de árboles familiares. Los cambios en las especies biológicas se deben principalmente a la acumulación de variaciones diminutas favorecidas por la selección natural. Su cinturón protector consiste en un cambiante conjunto de ideas más detalladas acerca de cuáles especies están más cercanamente relacionadas a otras; ideas acerca de herencia, variación, competencia, ideas acerca de la distribución de organismos alrededor de la Tierra, y otras.

El cambio dentro de un programa de investigación sigue ciertas reglas, como la regla de que los cambios pueden ocurrir sólo en los conceptos del cinturón protector, pero nunca en los conceptos del núcleo principal. El avance de programa de investigación se distingue por cambios de tipo progresivo con respecto al poder predictivo de las teorías en desarrollo, mientras que el estancamiento se distingue por cambios de tipo degenerativo en tal poder predictivo. Es decir, las teorías deben explicar y predecir un número creciente de casos, y no estancarse tan sólo tratando de resolver y dar respuesta a las anomalías emergentes. Si un programa de investigación se estanca se debe abandonar después de darle una oportunidad para que se recupere. Sin embargo, este relato de la Ciencia no ofrece el criterio de cuánto debería esperarse antes de abandonar un programa de investigación.

El relato del anarquismo científico

Paul Feyerabend observó que la creatividad y la imaginación juegan un papel central en el desarrollo de la Ciencia. Tal que cualquier intento por restringir al científico por medio de procedimientos o pasos secuenciales en un método fijo o “universal” es un atentado en contra de la Ciencia. Por lo que la investigación científica efectiva se puede describir como un anarquismo científico, fundada en una epistemología anarquista. En la cual los científicos deben ser oportunistas, creativos, y utilizar cualquier técnica para el descubrimiento y la persuasión. Para Feyerabend la Ciencia es un aspecto adicional dentro de un campo más amplio conocido como: creatividad humana.

El relato anarquista de la Ciencia propone que un científico debe ser un cuestionador más que el seguidor de los hechos observables. Un ejemplo es el tipo de análisis que Galileo hizo para poder crear una categoría diferente de descripción observacional del mundo, una en la cual las descripciones de movimiento aparente fueran compatibles con la hipótesis de Copérnico. No tomó como punto de partida los hechos observables, los cuales estaban en su contra pues la gente de su tiempo tenía los hechos observables como buenas razones por las cuales pensar que la Tierra no se movía, toda su experiencia sensible se los confirmaba. Galileo admiraba profundamente a Copérnico y a otras luminarias semejantes, aquellos que con pura fuerza racional arremetieron en contra de sus propios sentidos tal que prefirieron lo que la razón les decía por encima de lo que la experiencia sensible claramente les mostraba era lo contrario.

La epistemología anarquista desafía a todos los demás relatos de la Ciencia, poniendo en duda el supuesto estatus superior del conocimiento científico sobre otros tipos de conocimiento. Eliminando toda base de presunción, todo sentido de superioridad o arrogancia de la comunidad científica por encima de otras comunidades humanas. Enfatiza la libertad para la búsqueda del conocimiento, pone al mismo nivel a la Ciencia, la astrología, el vudú, la nigromancia, la religión, el misticismo, y tantas otras formas de conocimiento. Probablemente así se le quite a la Ciencia su arrogancia, por la cual la gente común no se le acerca precisamente por esos aíres de superioridad, quizá así se evitará que se tome a la Ciencia como otra forma de religión dogmática, en la cual una elite es quien define los dogmas científicos y los demás los engullen sin cuestionar.

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